miércoles, 15 de octubre de 2014

La Escuela Secundaria y de Bachilleres “Manuel C. Tello”

-Obed Zamora Sánchez-

H
ablar de la Escuela Secundaria y de Bachilleres Manuel C. Tello,  es para mí un motivo de honda satisfacción, un orgullo que llevo muy dentro por haber sido un hijo más de este templo de la educación superior en mi ciudad. Escuela de la que salí ya un lejano 1952 para formarme como profesionista. Posteriormente regresé a ella con el inmenso honor de enseñar, tarea que cumplí por algunos años con la antigua cátedra de Higiene.

               Muy pocos saben del enorme sacrificio, de la lucha ardua, tenaz y epopéyica que muchos tuxpeños llevaron a cabo en los años treinta del siglo pasado para tener una escuela como esta.

               El 18 de Julio de 1934, en la Escuela Antonia Nava se reunió casi un centenar de personalidades, hombres y mujeres que habitaban en esta ciudad para formar el Comité  pro Escuela Secundaria de Tuxpan, con el visto bueno de la Dirección General de Educación del Estado de Veracruz. De esta manera se inició la primera Sociedad de Padres de Familia. Fue hasta el año de 1945 cuando la sociedad dejó de asociarse ya que logró la tan anhelada necesidad de contar con un centro de educación superior como lo fue la Escuela Secundaria y más tarde de Bachilleres Manuel C. Tello.

               En esa primera reunión se buscó un lema que significara los objetivos del proyecto, siendo elegido por unanimidad: “Enseñar es hacer Patria”. Y se pusieron a trabajar. Lograron con colecta popular reunir los fondos necesarios  para arrancar el proyecto. La mayoría de los tuxpeños con hijos, tenían la  enorme necesidad de una enseñanza superior  y contribuyeron con su dinero, su esperanza y su entusiasmo. Por fin, en septiembre de 1934 fue nombrado director de la escuela el destacado pedagogo, maestro Manuel C. Tello quien se avocó a la organización del profesorado y a asentar las bases para el inicio de su escuela.

               El 3 de Octubre, en el teatro Álvarez, el Presidente de la Junta de Administración Civil, León Pancardo hizo la declaración de la fundación de la Escuela Secundaria, en un lúcido festival que se llevó a cabo en este bellísimo teatro que se encontraba en el centro de la ciudad, en donde hoy está el edificio de Almacenes Apolo.

               Hecha la declaración de inauguración, la señora Josefa Núñez de Llorente, -dama inmensamente rica por los yacimientos petroleros encontrados en sus terrenos y que fueron explotados por las compañías extranjeras en los años del auge,- donó la suma de $ 500 pesos y Charles Weinberger, dueño de la famosa compañía platanera que por muchos años trabajó en la zona, hizo lo mismo aportando mil pesos. Cantidades muy grandes para la época.

               En noviembre del mismo 1934, un hecho histórico para nuestra escuela fue la filantropía del Dr. Zózimo Pérez Castañeda, ilustre médico, que siempre aportó a Tuxpan su infatigable entusiasmo, su generosidad y su enorme vocación como maestro, él permitió para esta alma mater, que la escuela se instalase en su casa, situada casi en la esquina de la antigua avenida Hidalgo (hoy Juárez) y la calle de las Artes (hoy Zózimo Pérez Castañeda) en donde impartió las cátedras de francés y física, por todo el resto de su vida.


Las llaves de esa casa fueron entregadas el 1º de Noviembre de 1934. La escuela comenzó a funcionar enseguida, con una matrícula de 89 alumnos bien registrados en enero de 1935.


Dr Zózimo Pérez Castañeda

               En la primera sesión de la Sociedad de Padres de Familia en el año de 1935, el Profesor Manuel C. Tello anunció que en su escuela, no sólo se llevaría la luz de la ciencia a los espíritus sino que se trataría de forjar también el carácter de los alumnos que en su gran mayoría estaba muy mal educados (sic), solicitando para ello la amplia colaboración de sus padres.

               De esta manera continuó la labor callada, enérgica y muy bien orientada, del Maestro Tello y de la Sociedad de Padres de Familia, que entre sus colaboradores incluía a las Logias Masónicas, muy fuertes en esa época, clubes, instituciones y a numerosos ciudadanos que con poco o con mucho aportaban su dinero  para el buen funcionamiento de la institución. Los maestros en su gran mayoría no cobraban o donaban su sueldo al patrimonio de la escuela.
En 1938 sucedió algo verdaderamente notable y que nos habla de la nobleza de  nuestra gente. El Sr. Carlos Bock y su esposa Carmen Rodríguez de Bock ofrecieron en venta una propiedad a la Sociedad de Padres de Familia,  situada en la Avenida Hidalgo Nº 25 (hoy Juárez) y que se hallaba frente a la Calle del Palomar (hoy Venustiano Carranza) donde se encuentra actualmente el Kínder Francisca Cano de Rodríguez. Dicha propiedad la ofertaron con un anticipo de $ 2,000 y posteriormente se pagarían seis anualidades de $3,000. Facilidades enormes que contribuyeron a que la institución ya tuviese edificio propio.

               Esta casa era de dos plantas con frente a la  avenida Juárez y al  fondo de su patio tenía otra pequeña construcción.  Se conoció también como la “Secundaria”. Esta fue la escuela en donde todos los jóvenes de la época estudiamos. Allí permaneció  hasta el cambio a su nuevo edificio en el año de 1962, que se encuentra en Boulevard Manuel Maples Arce frente al río y cerca del Sector Naval Militar de esta ciudad.


               Han sido directores de la Escuela: El Profesor Manuel C. Tello su fundador y el gran impulsor de su prestigio académico; siempre recordamos su apotegma “Actuad como hombres de ideas, Pensad como hombres de acción”; su  hijo el Profesor Luis Manuel Tello Bermúdez  quien en 1941 tomó posesión al renunciar su papá por haber sido nombrado director de la Escuela Normal Veracruzana. El Profesor Luis Manuel Tello se casó con Teresa Deschamps, una bella tuxpeña, tuvo dos hijos: Teresa Elvira y Picolo como les nombrábamos afectuosamente. Fue Luis Manuel, un maestro en toda la extensión de la palabra, preparado, afectuoso, con una presencia impecable, bohemio, compositor, le gustaba tocar el piano y fueron famosas sus canciones tan  románticas como Marquesita, que era tema obligado de nuestras serenatas;  recuerdo muy bien que cuando la escuela cumplió 15 años él se encargó de preparar la coreografía en la que 50 jóvenes parejas bailamos un vals inolvidable para festejar a la quinceañera. Muchas de las generaciones que pasaron por nuestra escuela lo recuerdan con gran admiración y cariño por la gran imagen que proyectó y el enorme prestigio que la Institución tuvo durante todo su ejercicio. 


El Profesor Ángel Ruiz Segura fue el tercer director. “El Viejito”, como afectuosamente le decíamos, amó a la escuela como ningún otro de sus egresados.  Fue del selecto grupo de fundadores en 1934, maestro destacado, gran dibujante, batalló siempre con palomilla brava, pero su carácter alegre, simpático pero enérgico y disciplinado, forjó a muchas generaciones que veneramos su recuerdo.

               El cuarto director fue el Lic. Pericles Namorado Urrutia, también hijo distinguido de la Tello, uno de los más brillantes estudiantes de la UNAM en la carrera de derecho, premio Justo Sierra de la universidad y hombre dedicado al servicio público con una notable carrera no sólo como abogado sino en el campo de la política, dos veces presidente municipal, maestro universitario y finalmente procurador de justicia del estado por dos veces.

               Han destacado en su trayectoria como maestros y directores el Dr. Ramiro Martínez Chacón, el Antropólogo Ernesto Hernández Ruiz, el Profesor Wenceslao Bastián, el Profesor Alfredo Tobías Fragoso, la doctora María de Jesús Rangel Reyes y el actual (Julio de 2006) Lic. Juan Manuel Acosta Sagaón  y como subdirector el Dr. Raúl Costa Obregón.

               Fueron maestros de nuestra generación y de muchas más: Ramón H. Álvarez, destacado fundador, pequeño gran hombre, políglota, maestro eminente y a la vez modesto, sencillo y de vasta cultura. Recuerdo muy bien las diabluras que le hacíamos en cuarto año; cuando llegaba, colgaba su sombrero, su bastón y más tardaba en darse la vuelta que el sombrero ya estaba colocado en una calavera que había en el salón de clase. Cuando falleció, recuerdo que su cadáver sudaba y eso nos sorprendió mucho. Le siguió en la cátedra de Raíces Griegas y Latinas, la doctora Beatriz Cuervo. Betty era una hermosa mujer, con unos ojos inolvidables y unas piernas ¡Que piernas!  Edward H. Mall que vino de Cleveland, aprendimos con él, lo mejor de la gramática en español, aunque fue por años catedrático de inglés, siempre andaba de traje o de saco,  aún con los calores infernales de la ciudad, era muy delicado y no toleraba que hicieran sonar monedas o llaves y nos expulsaba diciendo “A mi querido amigo, favor de salir del salón” Le gustaba el trago pero nunca lo olvidaremos como el excelente maestro que fue. Murió en esta ciudad de un cáncer avanzado.

               Zózimo Pérez Castañeda (el maestro Chochi), hablaba atropelladamente pero fue un extraordinario profesor de francés y de física. Muchas generaciones salimos hablando y leyendo en francés de la Secundaria. El profesor Abdón Mabarak Pancardo, un gigante del dibujo, lo recuerdo siempre con un  genio endemoniado por la tremenda guerra que le dábamos y su perenne olor a Sen-Sen, ¿Se acuerdan?, unas pastillitas para evitar el mal aliento y que él chupaba para que no nos diéramos cuenta cuando llegaba a medios chiles, aunque como quiera nos enterábamos; el siempre recto Lic. Gastón Chao, que se retorcía el bigote cuando daba clase, muy circunspecto; el Lic. Daniel Chavarría Infante, maestro de historia que si mal no recuerdo, en lugar de contestar el examen escribíamos la reseña de las corridas de toros y/o la de las películas y  como quiera aprobábamos; el Dr.  Tomás López Vera, el terror de la cátedra de química (a mi me ponchó) en la que tronábamos casi todos, era de Juchitán, Oaxaca y egresado de la Escuela Médico Militar, fue el primer médico en Tuxpan dedicado a la cardiología; el eminente maestro Dr. Gustavo  A. Casián  que con su legendaria cátedra de anatomía  y psicología formó a muchos de nosotros como médicos, siempre con una enorme chispa; me acuerdo que en una celebración de la generación olímpica (la de 1968) nos invitaron a una cena y él me dijo “Obed, ya viste que aquel muchacho me mira muy feo” y yo le dije pero cómo no, ya se le olvidó que lo ponchó hasta en el extraordinario? Como quiera, el joven profesionista fue a saludar al Dr. Casián y se lo recordó -¿ Se acuerda maestro, que usted me ponchó”?- y el Dr. Casián con su ingenio de siempre, “Mira no fui yo, fue Obed, que era mi sinodal”.
 
               Don Ferruccio Vianello, de origen italiano que heredó del Dr. Pérez Castañeda la cátedra de francés, toda la palomilla le decía “Don Serrucho,” le gustaba también el periodismo y estaba tan cegato como Mister Magú. Estaba casado con doña Carmen Ramírez. Doña Carmen tenía una escuela de danza cerca de la secundaria, en donde entre otras niñas, las estrellas eras las cuatitas Chavarría, que siempre en todos los festejos bailaban muy graciosamente La Jota Aragonesa. Rafael “Fallo” Ochoa, era un ingeniero de origen alvaradeño, construyó la embotelladora de la Orange Crush y era quien nos hacía sufrir con la Trigonometría; el profesor Guillermo Galván “El Geoide”· que sabía mucho de Geografía Universal.

               En este repaso no podemos olvidar al Lic. Luis López Casanova, que nos dio cátedra de civismo y era también muy delicado, pero excelente maestro, amigo y gran consejero; la ameritada maestra Inés Salas Villagómez, maestra extraordinaria, catalogada como la mejor de todas por algunos de sus alumnos, era quien nos daba Modelado y también Geografía, ella fue la tesorera por una decena de años de la Asociación de Padres de Familia, desde su  fundación.             Con qué orgullo recordamos que a esta sociedad le sobraba el dinero y fue manejando con estricta honestidad con el que se pagó puntualmente la vetusta casona de la Avenida Juárez.

La profesora Pura Namorado Urrutia, maestra excelente, algo estricta que daba la cátedra de literatura; la preciosa Pilar Aviña, la eterna novia platónica del preparatoriano, nos dio Cultura de la Música, era muy bonita y todos andábamos derretidos por ella.  

Basilio “Chilo” Fernández, que daba Botánica y Deportes, era bueno   para el volibol y también muy bueno para regañarnos; pero todos éramos una gran familia. Los maestros, por un lado siempre fueron  atentos, buenos y sabían corregir nuestras fallas y faltas de respeto, el que  no se disciplinaba era expulsado, y por el otro, el alumnado, que en su gran mayoría se comportaba a la altura, sin faltar las travesuras y las bromas pesadas. Eran pues otros tiempos… No había drogas y las parrandas y disipaciones eran con refrescos, nuestro mayor vicio era ir al Royalty a jugar billar, o pool, o carambola; llevábamos serenatas a nuestras novias o las bellas chicas que enamorábamos con Toño Vega que cantaba muy bien; bailábamos en las tardeadas de casi todos los sábados. En fin, tantos recuerdos… Así era nuestra juventud, más sana, menos contaminada y sobre todo más culta y respetuosa.

REUNION DE 8 GENERACIONES:

               En 2006, se reunieron con el “Chachalaco” Agustín Martínez, miembros de las primeras ocho generaciones de la Escuela Secundaria y de Bachilleres y se contó  con la presencia del “Viejo” Ángel Ruiz, de la primera generación  (1934) y yo que fui de colado por ser de la generación 14. Ahí se leyó este  extraordinario mensaje del Lic. Alberto Acuña Zamora, (El Chato)) de la 5ª. Generación y que radica en Mexicali, Baja California:


               ¡Hasta que se me hizo! Nunca hubiera imaginado que un día vería de cuerpo presente a tantos amigos y compañeros, unos que se quedaron sembrados en el camino y otros que siguen vivitos y coleando, pero todos con presencia permanente en las páginas del tiempo y la memoria y con quienes suelo juntarme en tardes con sabor a tango y a nostalgia.
               Ahora los estoy viendo igual que cuando nos hemos puesto a platicar como lo hago con el inconmensurable Krakif Adrián Villagómez, o con el Cabezón Romo que fue como mi mentor en el tránsito de mis mocedades; por supuesto que no podían faltar Carús, ni Lictor Prianti, ni Jorgito Rosas, Cuco Basáñez, y alcanzo a ver por ahí al Negrito (Solís), Mario Fernández, a Pepe Luis Deschamps, a Chapitas Basáñez, tal parece que he sido yo quien convocó a esta reunión y aquí han llegado.
               Bueno, pero ya estamos aquí reunidos y mi primer pensamiento tiene que ser para el Benemérito Maestro Manuel C. Tello, pero también es ocasión para recordar al grupo de colaboradores suyos como Don Ramón H. Álvarez, al Doctor Zózimo Pérez Castañeda, al Profe Mabarak, la profesora Inés Salas, a Luis Manuel Tello y otros cuyos nombres me escamotea la memoria y que hicieron posible lo que parecía una aventura.
               De la primera generación estén o no estén pero yo sí los veo, al  "Viejo" Ángel Ruiz, a Germán Fernández, a Toño Cheín, a Pepe Romo, a Chavita Hernández y de la segunda generación veo a Luis López Casanova, a Pericles, al Compa Monchi, de la tercera a Güicho Barrios, a Juanito Franco, y así de las siguientes descubro a David Fosados, al Chato Salas, a Carlos Acuña, a Julián Adem y de la mía, la quinta, veo a Neto Ferrer, a Chalo Bridat, al Negrito Domingo Solís. De las posteriores generaciones dejo que respondan Agustín el "Chachalaco" Martínez, Licho Ruiz, Foncho Zarzoza, autores intelectuales de esta reunión.
               ¿Cuántas generaciones irán ya? Y cuánto talento rescatado del anonimato que se habría desaprovechado si no ha sido por la visión del Maestro Tello que abrió las compuertas al talento y a la gloria anidada en Tuxpan. En rigor no me atrevería a nombrar a los que han cobrado fama en el campo de las ciencias, de la poesía, del deporte, la música, por temor a quedarme corto, pero es una tarea reservada a Agustín, a Obed Zamora o al poeta Pilar Morales Trujillo.
               A todos ustedes que con su presencia dan brillo a esta bella reunión, yo los felicito y no tengo palabras para expresarles mi gratitud por haberme aceptado a pasar esta velada de la amistad, que conservaré como una gran reserva espiritual contra los avatares de la vida, y también para reconfortarme en las horas de incertidumbre.”