miércoles, 28 de octubre de 2009
LA PLAZA DE TODOS SANTOS…
. CADA AÑO EL 30 DE OCTUBRE RENACE LA TRADICION
. LOS TUXPEÑOS SE VUELCAN TODO EL DIA Y ESA NOCHE PARA COMPRAR TODO LO RELACIONDO CON LA FESTIVIDAD.
. LAS CONSERVAS DE CAHUAYOTE, PAPAYA Y CIRUELA SON LAS MAS GUSTADAS.
OBED ZAMORA SANCHEZ
La mañana de cada 30 de octubre el centro de Tuxpan se va llenando de puestecitos en los que se expende toda la mercadería necesaria., para iniciar la festividad de Todos los Santos y Fieles Difuntos Así las calles de Escuela Médico Militar, Alatorre, Ocampo, Garizurieta y Av. Juárez, es un perímetro verdaderamente muy chico en el que se conglomeran los diversos comercios que nos traen, desde toda la región, de la Sierra de Puebla y del Altiplano Mexicano lo que necesitamos para comenzar a iniciar la celebración de la mas importante festividad en honor de los difuntos.
En otros sitios huastecos esta fiesta es conocida como Xantolo, pero para nosotros los tuxpeños es la de Todos los Santos y Los Fieles Difuntos y ahí vamos la gran mayoría, a la Plaza, para comprar las varas, la palmilla, las frutas como naranjas, cañas las flores de muerto, el bolotillo, el diente de león, las veladoras, el copal, el maravilloso papel picado con las imágenes de la muerte, las calaveritas de azúcar y desde luego el pan de muerto, todo esto para armar y confeccionar los preciosos altares que lucen resplandecientes en la mayoría de los hogares porteños.
También compramos el cacao y la leche evaporada para fabricar nuestro propio chocolate, asi como la canela y las almendras para darle un mejor sabor, las hojas soazadas de plátano para envolver los exquisitos tamales y en esta plaza hallamos también las calabazas, el fríjol de bejuco, los pipianes y el camarón seco para elaborar esos deliciosos platillos únicos por su exquisito sabor tan típico y tradicional de la cocina tuxpeña, que se elaboran en homenaje a Los Niños Difuntos.
La Plaza también se viste de gala con sus estrellas: las Conservas, sobre todo la de Cahuayote que solo por esta época del año, se consume, en menor grado, la de calabaza la
de papaya verde que es una delicia y la de ciruela. En el pasado también se vendían cuetes, de diversos tamaños y calibres desde los pequeños y los buscapiés asi como las palomas y los de carrizo que subían al cielo haciendo una atronadora explosión. Una nube de expendedoras del delicioso zacahuil se pone por las esquinas de la plaza para que todos podamos echarnos un tente en pié mientras compramos. El pan de muerto recientemente lo
traen de Tlaxcala, pero antes era el mas gustado el pan de rancho, es que se hace en hornos de barro y zacate, lamentablemente mucho de eso se ha perdido.
Ahora conocidas y destacadas panaderías de la ciudad han abierto también sus expendios en esta Plaza y nos ofrecen sus productos de excelente calidad y sabor. Curiosamente aquí no se vende ninguna carne ni tampoco la masa, productos tan necesarios para elaborar los tamales para los Difuntos Grandes, aunque en el pasado Ud. podía comprar las gallinas de patio y los guajolotes. Ahora, lamentablemente la Plaza se ha viciado, con otro tipo de comercios que se aleja y no es lo clásico de nuestra tradición y aquellos se relacionan con la venta de máscaras de terror, trajes para disfrazarte de bruja y todo lo relacionado con una festividad norteamericana que se llama Hallowen. Pero además copiándola, muchos niños –alentados por sus padres desde luego - esa noche salen disfrazados de brujitos y brujitas y andan de casa en casa pidiendo dulces y su Hallowen. ¡Que error tan grande! que falta de sentido tradicional de una costumbre tan nuestra, la cual debemos de respetar y fomentar desechando completamente lo que no es de nuestro país.
La Plaza es una gran festividad de color, se maravilla uno de ver los rojos oscuros del Diente de Léon, los dorados como el sol, de la Flor de Muerto, los púrpuras del Bolotillo y los olores del Copal semejando al incienso que se le tributaba al Niño Dios, el del Cacao ya hecho en bolitas dulces, el aroma inconfundible del de Pan de Muerto, pero lo que mas llama la atención es la gente, su alegría y su gozo para visitar esta Plaza tan tradicional, tan tumultuaria y tan caracteristica de nuestra ciudad.
Los días 1º y 2 de Noviembre se celebra la fiesta de Todos Los Santos y los Fieles Difuntos. Los cementerios se limpian del polvo y del olvido, y la gente lleva comidas, dulces y flores para sus muertitos, es el dia en que estos regresan a visitarnos.
En tiempos prehispánicos, los indígenas creían que la muerte tenia un vinculo con la vida, que la muerte no era el fin solo otro camino. Estas culturas rendían tributo a los muertos en distintas fechas del calendario, celebrando fiestas en su honor y llevándoles comida, bebida y ofrendas.
Con la llegada de los españoles a America y en su afán de evangelizar a todos sus habitantes, se manifestó una intensa necesidad de lograr la aceptación de la cultura española.
El 1 y 2 de noviembre, tal y como se hacia en España, fueron establecidos también en el Nuevo Mundo como las fechas para recordar a “Todos los Santos” y a “Los Fieles Difuntos”, en ese orden. El primero para recibir a todos los muerto que hubieran sido bautizados el segundo para el resto de los muertos.
Estas fechas habían sido instituidas en Europa por el Papa Gregory IV, y formaban parte de la religión católica.
De esta manera, la concepción que tenían los indígenas del cosmo y de la religión fue cambiada. Del Tlalocan y el Mictlan, quienes representaban el agua (la vida) y la sequía (la muerte), pasaron a creer en el cielo y en el infierno.
A pesar de esta dualidad, de lo bueno y lo malo, la muerte nunca significó el fin del camino
para los indígenas, pues para ellos la vida surgía de la muerte, asi lo expresaban en sus sacrificios.
La costumbre de la ofrendas fue retomada de los indígenas por el religioso Sebastián de Aparicio, quien en 1563 en la hacienda de Careaga, ubicada en el ahora Distrito Federal, colocó una ofenda hecha de los productos y las comidas que eran de la preferencia de los desaparecidos.
Parte fundamental del folclor del dia de muertos son las “Calaveras”, textos surgidos en nuestro país a finales del siglo XVIII y en los cuales entre versos y bromas sobre la muerte, se satirizan o se burla de los personajes políticos y populares de la época.
En México, existen pueblos donde se dejan las puertas de las casas abiertas desde el medio dia hasta la noche, se encienden incienso, se hace el pan de muerto y calaveras de azúcar, entre otros dulces, para celebrar esta festividad.
Son diversas las formas de festejar los muertos según la religión del país pero en todas se refleja como el mexicano se habla de tú a tú con la muerte, y como el recuerdo y el dolor por los que quedaron atrás se convierten en alegría y momento de reunión espiritual.
Este culto es una tradición que es parte de la identidad mexicana, el dia que reímos y jugamos con la muerte, quien nos trae de regreso a los que queremos y ya no están con nosotros para asi darnos un momento más, nunca el último.
martes, 27 de octubre de 2009
¿PERO REALMENTE EXISTIERON LAS TEPAS?
Obed Zamora Sánchez
*** Tradicionalmente en nuestra ciudad siempre hemos oído relatos de estas horribles criaturas que se aparecen al mediodía en los arroyos o en los cerros. Muchos aseguran haberlas visto. Ud .que cree?.
Veamos el relato de Roberto Wiliams de estas tremendas visiones. Un estudio muy cuidadoso de su significado. Realmente muy interesante, disfrútelo.
LAS TEPAS
Por ROBERTO WILIAMS GARCÍA
1960. Tuxpan estrena puente. Puente, pavimentación y nuevos edificios evidencian la transformación de este puerto pegado al río, cercano al mar. Las construcciones modernas dan la impresión de un correlativo y homogéneo bagaje cultural. Solo la impresión. No olvido los distintos estratos de cultura y discurro por calles paralelas a la principal, sin pavimento y bordeadas de casas de madera, donde quizá encuentre información sobre las tepas.
La noche propicia la platica en los rechinantes corredores, sin quebrarse de emoción la voz de las narradoras porque se sienten seguras, porque dicen que las tepas viven en los pueblos poblados comarcanos, en la soledad de los arroyos. Las tepas: mujeres horripilantes, de pelo zacatudo como mecate que se deshebra, cabeza alborotada. Versión que se encadena con otra, son gente antigua convertida en piedra y pueden salir en donde hay esculturas prehispánicas ocultas en el monte. Las versiones coinciden al señalar que las tepas se aparecen al mediodía para bañarse en los arroyos hechizando a los niños.
Reiteran que únicamente en los pueblos aledaños hablan de ellas: Álamo, Castillo de Teayo, Agua Fría,¡Tamiahua! El boulevard de Tuxpan conduce hasta la playa y por ella –Cuarenta 40 kilómetros de arena (frente al Golfo de México) se llega a la Barra de Corazones, en donde veloz lancha nos interna en la Laguna de Tamiahua. En el caserío pletórico de Chozas de Zacate, alineadas en calles estrechas, destacan, entre las construcciones modernas el muelle de concreto y la cooperativa de pescadores. Habitan la villa unos cinco mil habitantes ¡Han oído hablar de las Tepas!.
- Hace 4 noches se le apareció una a una niña, hace tres noches le salió una a otra niña. ¡Ya las están curando de espanto! Por eso no dejamos salir a las criaturas de noche. Detalle el que la pasó a Modesto, ese que vive también por la salida. Andaba borracho con un amigo y dice que venían alegando cuando de momento, vieron dos mujeres muy altas, Modesto que las sigue y se le desaparecen y le quedo una chiquilla de brazos. La carga y la lleva a casa de su hermana diciéndole “dame una cobija”. La hermana noto que tenia la chiquilla la cabeza muy china. “¿A quien le quitastes esa niña”, es que le dijo. “No aquí no me la dejes”. Que se la lleva; y en camino la niña hablaba. En secreto le decía al oído: “Ah, sinvergüencita, ya sabes hablar, pero no te dejo. Ahora te vas con mi mamá”. Tenía la cabeza aguada. “Mamá, aquí te traigo una niña”. Se la deja y sale a zurrar. Cuando de repente, la niña hizo un rutido y salio corriendo por el aire. Era duende. Modesto la siguió y su mamá tirada del susto. La misma mamá lo contó. De eso va a hacer un año.
- Apenas anoche salen por las orillas. Son aires. Llegan del monte; ahí están. La otra vez mi mamá fue al arroyo y vio una mujer que se estaba bañando; le pareció raro; y apenas la vio, que desaparece. Era tepa; no mas se recogió las trenzas y desapareció. A mediodía salen en los arroyos; andan buscando su comida. Cuando se les ve, hay que agarrar ramas y torcerlas, así ya no pasa nada.
Las tepas si existen en la ingenua credulidad de las conversadoras. Voy olvidando el sobrecogimiento de los caminantes que en el monte atribuyen cualquier ruido extraño a la acción de las tepas; olvido mientras mi rápida lancha regresa a la orilla del mar. Hienden la laguna los repetidos brincos de las lanchas: dagas que saltan brillantes en el crepúsculo tranquilo. En la playa, los esforzados pescadores arrastran sus barcas sacadas del mar. Algunos camiones esperan las redes. Las especies son seleccionadas por el tamaño, quedando desperdiciados grandes hacinamientos de pescado. El mar cabriolea, cabestrea. Camino a Tuxpan.
Tal vez mi tío Cenobio pueda resumir lo que he escuchado. Frente a Tuxpan en la margen derecha, se congrega Santiago de la Peña, pequeña población donde el vive desde su remota infancia.
- Solo los muy viejos han oído de esas leyendas; son como el espanto que algunos creen y otros no. Son especies de mujeres encantadas que salían antes en las subidas de los arroyos. Cuando bajaba uno, a mediodía en punto, le podía ir mal porque al salir le podía doler la cabeza en la tarde. Dicen que porque lo agarraban las tepas. Nadie las vio, todo el mundo las mentaba. Antes había muchos fantasmas… ¿Por qué ahora no dicen nada de eso?
En su confusión, mi tío intuye una realidad que no la puede definir; no logra establecer que el abismo entre la credulidad y la incredulidad en torno a estos seres sobrenaturales obedecen a una modificación del antiguo panorama cultural.
La afirmación sobre la existencia de las tepas no siempre es tan categórica. En Castillo de Teayo dicen:
- yo no creo en eso; antes si había, se oía hablar más de eso.
Y como si estuviesen ante la realidad, añaden:
- Es la mujer que agarra la sombra a alguien y tienen que barrerla para que se alivie. Coge la sombra al que se cae cerca del agua.
En el mismo poblado mestizo, el ganadero comenta despectivo:
- Es cuestión de ilusionismo. Luego se oye decir que alguien borracho se lo llevo la tepa. Mentira, que se lo van a llevar. Es como cosa del diablo que comete fechorías. Las tepas es lo mismo que duende.
Tales conversaciones circulan en la cuenca del río Tuxpan, especialmente en poblados donde han desaparecido los idiomas indígenas. En un pueblo nahua de esta región, Ixcatepec, a las tepas también las llaman tlaltepas.
¡Tepas! ¡Tlaltepas! Coro de relatos que me animan a buscar un solo concepto que sustente la creencia, a establecer un orden en la plétora de detalles que naufragan en las conversaciones: pelo zacatudo, cabeza alborotada, cabeza china; códices en que aparece el dios de la tierra, Tlaltecuhtli, con el cabello encrespado.
¿Puede ser que las tepas sean simple, sencillamente, una manifestación de la diosa Tierra?
La voz Tlalticpac, parecida a tlaltepas significa en los viejos vocabularios el mundo o encima de la tierra. Tlaltepas es el mundo donde habitamos, el que vemos la tierra donde sufrimos y amamos. Tlaltepas o tepas es la tierra personificada. Tepas son manifestaciones de la tierra. Lo insinúan las conseja, lo precisa la palabra, lo sugiere la descripción. Pero en las conversaciones también asocian a las tepas con el agua. La visión surge en las pozas, en los arroyos. El tipo de cabello simboliza los meandros de las corrientes. Las tepas son una manifestación del agua, del agua yacente en la tierra. Descarto la idea de que representen particularmente al agua de la superficie terrestre porque brotan al anochecer en los aledaños de los poblados y en los arroyos, solo a mediodía. La gente cree que es a mediodía “cuando el sol descansa un poco”. El sol era el dios opuesto a la tierra y su ausencia, a la hora de su “siesta” y a la hora de su ocaso, propicia la manifestación de la tierra en aires que tienen forma de mujeres.
Cuando a las doce del día se interna una mujer en el monte, rumbo al arroyo distante, con su cántaro vacío, a la hora en que el sol causa sopor, puede sucederle algo y quizás contarlo:
- Caminaba por la vereda. Los murmullos surgieron de la arboleda, del camino, de muchas pares, sobre todo del manantial. Quede rodeada de más y más murmullos, vueltos señoras blancas, horribles, feas. Murmullos y mujeres me envolvieron en una nube, arrastrándome sin cesar, sin saber donde, llevándome aprisa en un instante rápido. Mujeres blancas de pelo enmarañado, girando como aire vertiginoso. Me llevaban. Rece, rece. Las oraciones me salvaron. Fueron tepas.
Semejante efecto puede sentirse en los montes que ocultan esculturas prehispánicas, porque las tepas son gente antigua convertida en piedra, sin que ello quiera decir que las esculturas las representen. Tal vez en algún sitio de esta región figuren plásticamente. Tal vez su imagen tendría el mismo aspecto de fealdad que una cabeza surcada de profundas circunvoluciones y rostros con mascara bucal de forma atigrada, mascara que sugiere a los arqueólogos la tierra y mas bien a Tlaloc. Cabeza de otra región; para mi, imagen de la tierra; de aspecto horroroso, el mismo con que han de ver a la manifestación de la tierra en la región de Tuxpan, porque las tepas causan temor, producen angustia, pueden capturar al hombre, apoderarse de su alma, de su sombra, con peligro inminente de llevarlo a su seno, a la tierra, de donde proceden, de donde brotan estas manifestaciones vaporosas, según cree la gente de la cuenca de Tuxpan.
La creencia sobre la aparición del espíritu de la tierra no es privativa de un solo grupo étnico. Estuvo generalizada en el pensamiento indígena bajo el nombre de tepa, en la región tuxpeña, Huasteca antes, después nahua. Aquí, seguramente el primitivo nombre de este ser sobrenatural fue sustituido por la denominación nahua tal y como quiere ahora ocurrirle a la voz tepa, al irse confundiendo su significado con el de la palabra duende, vocablo de la cultura occidental, que podría prevalecer cuando se llegue a olvidar la voz que produce sobrecogimiento e inquietud: tepa. Aunque, al margen de los hombres, seguirá creyéndose que algo impalpable y desconocido, un trasgo, surge repentino en el lecho de los arroyos o en las afueras del poblado cuando anochece.
*** Nota del Cronista: La Sra. Dora Guzmán vecina del kilómetro 27 de la carretera Tuxpan – Tampico, me informó que no recuerda muy bien, “pero al parecer era mediodía cuando regresaba de su servicio religioso, en la carretera que va a la Alajuela, se le aparecieron unos entes horribles al cruzar un arroyo y a los que ella consideró unos demonios. Comentó que siempre se ha sabido que cuando uno lleva niños y cruza esos arroyos las tepas, jalonean a los niños”… Hace muchos años recuerdo el relato de Roberto Garamendi que siendo niño y jugando al mediodía en el centro vecino a su casa, vió la horrenda visión de una mujer de pelo largo y enmarañado enterrada en el suelo de la mitad hacia abajo que le llamaba con sus brazos. La visión fue terrible para el niño porque era una cara desagradable como de demonio. Lo recordaba vívidamente…
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA
DANZAS Y ANDANZAS. (Etnología) Roberto Wiliams. Gobierno del Estado de Veracruz. Instituto Veracruzano de la Cultura 1997.- Páginas 224-229
Comunicación personal, Sra. Dora García,Habitante de la Alajuela Temapache.
PIES DE LAS FOTOGRAFIAS
1.-Viñeta de una Tepa
2.- Roberto Wiliams García Destacado Antropólogo recientemente fallecido
3.-Tamiahua aun sus pobladores ven las Tepas
4.- El parque con su jardín en Castillo de Teayo. Muchos de sus habitantes no salen al mediodía por donde cruzan los arroyos por temor a que les salgan las Tepas.
5.-Sra. Dora Guzmán se le aparecieron las Tepas por La Alajuela
*** Tradicionalmente en nuestra ciudad siempre hemos oído relatos de estas horribles criaturas que se aparecen al mediodía en los arroyos o en los cerros. Muchos aseguran haberlas visto. Ud .que cree?.
Veamos el relato de Roberto Wiliams de estas tremendas visiones. Un estudio muy cuidadoso de su significado. Realmente muy interesante, disfrútelo.
LAS TEPAS
Por ROBERTO WILIAMS GARCÍA
1960. Tuxpan estrena puente. Puente, pavimentación y nuevos edificios evidencian la transformación de este puerto pegado al río, cercano al mar. Las construcciones modernas dan la impresión de un correlativo y homogéneo bagaje cultural. Solo la impresión. No olvido los distintos estratos de cultura y discurro por calles paralelas a la principal, sin pavimento y bordeadas de casas de madera, donde quizá encuentre información sobre las tepas.
La noche propicia la platica en los rechinantes corredores, sin quebrarse de emoción la voz de las narradoras porque se sienten seguras, porque dicen que las tepas viven en los pueblos poblados comarcanos, en la soledad de los arroyos. Las tepas: mujeres horripilantes, de pelo zacatudo como mecate que se deshebra, cabeza alborotada. Versión que se encadena con otra, son gente antigua convertida en piedra y pueden salir en donde hay esculturas prehispánicas ocultas en el monte. Las versiones coinciden al señalar que las tepas se aparecen al mediodía para bañarse en los arroyos hechizando a los niños.
Reiteran que únicamente en los pueblos aledaños hablan de ellas: Álamo, Castillo de Teayo, Agua Fría,¡Tamiahua! El boulevard de Tuxpan conduce hasta la playa y por ella –Cuarenta 40 kilómetros de arena (frente al Golfo de México) se llega a la Barra de Corazones, en donde veloz lancha nos interna en la Laguna de Tamiahua. En el caserío pletórico de Chozas de Zacate, alineadas en calles estrechas, destacan, entre las construcciones modernas el muelle de concreto y la cooperativa de pescadores. Habitan la villa unos cinco mil habitantes ¡Han oído hablar de las Tepas!.
- Hace 4 noches se le apareció una a una niña, hace tres noches le salió una a otra niña. ¡Ya las están curando de espanto! Por eso no dejamos salir a las criaturas de noche. Detalle el que la pasó a Modesto, ese que vive también por la salida. Andaba borracho con un amigo y dice que venían alegando cuando de momento, vieron dos mujeres muy altas, Modesto que las sigue y se le desaparecen y le quedo una chiquilla de brazos. La carga y la lleva a casa de su hermana diciéndole “dame una cobija”. La hermana noto que tenia la chiquilla la cabeza muy china. “¿A quien le quitastes esa niña”, es que le dijo. “No aquí no me la dejes”. Que se la lleva; y en camino la niña hablaba. En secreto le decía al oído: “Ah, sinvergüencita, ya sabes hablar, pero no te dejo. Ahora te vas con mi mamá”. Tenía la cabeza aguada. “Mamá, aquí te traigo una niña”. Se la deja y sale a zurrar. Cuando de repente, la niña hizo un rutido y salio corriendo por el aire. Era duende. Modesto la siguió y su mamá tirada del susto. La misma mamá lo contó. De eso va a hacer un año.
- Apenas anoche salen por las orillas. Son aires. Llegan del monte; ahí están. La otra vez mi mamá fue al arroyo y vio una mujer que se estaba bañando; le pareció raro; y apenas la vio, que desaparece. Era tepa; no mas se recogió las trenzas y desapareció. A mediodía salen en los arroyos; andan buscando su comida. Cuando se les ve, hay que agarrar ramas y torcerlas, así ya no pasa nada.
Las tepas si existen en la ingenua credulidad de las conversadoras. Voy olvidando el sobrecogimiento de los caminantes que en el monte atribuyen cualquier ruido extraño a la acción de las tepas; olvido mientras mi rápida lancha regresa a la orilla del mar. Hienden la laguna los repetidos brincos de las lanchas: dagas que saltan brillantes en el crepúsculo tranquilo. En la playa, los esforzados pescadores arrastran sus barcas sacadas del mar. Algunos camiones esperan las redes. Las especies son seleccionadas por el tamaño, quedando desperdiciados grandes hacinamientos de pescado. El mar cabriolea, cabestrea. Camino a Tuxpan.
Tal vez mi tío Cenobio pueda resumir lo que he escuchado. Frente a Tuxpan en la margen derecha, se congrega Santiago de la Peña, pequeña población donde el vive desde su remota infancia.
- Solo los muy viejos han oído de esas leyendas; son como el espanto que algunos creen y otros no. Son especies de mujeres encantadas que salían antes en las subidas de los arroyos. Cuando bajaba uno, a mediodía en punto, le podía ir mal porque al salir le podía doler la cabeza en la tarde. Dicen que porque lo agarraban las tepas. Nadie las vio, todo el mundo las mentaba. Antes había muchos fantasmas… ¿Por qué ahora no dicen nada de eso?
En su confusión, mi tío intuye una realidad que no la puede definir; no logra establecer que el abismo entre la credulidad y la incredulidad en torno a estos seres sobrenaturales obedecen a una modificación del antiguo panorama cultural.
La afirmación sobre la existencia de las tepas no siempre es tan categórica. En Castillo de Teayo dicen:
- yo no creo en eso; antes si había, se oía hablar más de eso.
Y como si estuviesen ante la realidad, añaden:
- Es la mujer que agarra la sombra a alguien y tienen que barrerla para que se alivie. Coge la sombra al que se cae cerca del agua.
En el mismo poblado mestizo, el ganadero comenta despectivo:
- Es cuestión de ilusionismo. Luego se oye decir que alguien borracho se lo llevo la tepa. Mentira, que se lo van a llevar. Es como cosa del diablo que comete fechorías. Las tepas es lo mismo que duende.
Tales conversaciones circulan en la cuenca del río Tuxpan, especialmente en poblados donde han desaparecido los idiomas indígenas. En un pueblo nahua de esta región, Ixcatepec, a las tepas también las llaman tlaltepas.
¡Tepas! ¡Tlaltepas! Coro de relatos que me animan a buscar un solo concepto que sustente la creencia, a establecer un orden en la plétora de detalles que naufragan en las conversaciones: pelo zacatudo, cabeza alborotada, cabeza china; códices en que aparece el dios de la tierra, Tlaltecuhtli, con el cabello encrespado.
¿Puede ser que las tepas sean simple, sencillamente, una manifestación de la diosa Tierra?
La voz Tlalticpac, parecida a tlaltepas significa en los viejos vocabularios el mundo o encima de la tierra. Tlaltepas es el mundo donde habitamos, el que vemos la tierra donde sufrimos y amamos. Tlaltepas o tepas es la tierra personificada. Tepas son manifestaciones de la tierra. Lo insinúan las conseja, lo precisa la palabra, lo sugiere la descripción. Pero en las conversaciones también asocian a las tepas con el agua. La visión surge en las pozas, en los arroyos. El tipo de cabello simboliza los meandros de las corrientes. Las tepas son una manifestación del agua, del agua yacente en la tierra. Descarto la idea de que representen particularmente al agua de la superficie terrestre porque brotan al anochecer en los aledaños de los poblados y en los arroyos, solo a mediodía. La gente cree que es a mediodía “cuando el sol descansa un poco”. El sol era el dios opuesto a la tierra y su ausencia, a la hora de su “siesta” y a la hora de su ocaso, propicia la manifestación de la tierra en aires que tienen forma de mujeres.
Cuando a las doce del día se interna una mujer en el monte, rumbo al arroyo distante, con su cántaro vacío, a la hora en que el sol causa sopor, puede sucederle algo y quizás contarlo:
- Caminaba por la vereda. Los murmullos surgieron de la arboleda, del camino, de muchas pares, sobre todo del manantial. Quede rodeada de más y más murmullos, vueltos señoras blancas, horribles, feas. Murmullos y mujeres me envolvieron en una nube, arrastrándome sin cesar, sin saber donde, llevándome aprisa en un instante rápido. Mujeres blancas de pelo enmarañado, girando como aire vertiginoso. Me llevaban. Rece, rece. Las oraciones me salvaron. Fueron tepas.
Semejante efecto puede sentirse en los montes que ocultan esculturas prehispánicas, porque las tepas son gente antigua convertida en piedra, sin que ello quiera decir que las esculturas las representen. Tal vez en algún sitio de esta región figuren plásticamente. Tal vez su imagen tendría el mismo aspecto de fealdad que una cabeza surcada de profundas circunvoluciones y rostros con mascara bucal de forma atigrada, mascara que sugiere a los arqueólogos la tierra y mas bien a Tlaloc. Cabeza de otra región; para mi, imagen de la tierra; de aspecto horroroso, el mismo con que han de ver a la manifestación de la tierra en la región de Tuxpan, porque las tepas causan temor, producen angustia, pueden capturar al hombre, apoderarse de su alma, de su sombra, con peligro inminente de llevarlo a su seno, a la tierra, de donde proceden, de donde brotan estas manifestaciones vaporosas, según cree la gente de la cuenca de Tuxpan.
La creencia sobre la aparición del espíritu de la tierra no es privativa de un solo grupo étnico. Estuvo generalizada en el pensamiento indígena bajo el nombre de tepa, en la región tuxpeña, Huasteca antes, después nahua. Aquí, seguramente el primitivo nombre de este ser sobrenatural fue sustituido por la denominación nahua tal y como quiere ahora ocurrirle a la voz tepa, al irse confundiendo su significado con el de la palabra duende, vocablo de la cultura occidental, que podría prevalecer cuando se llegue a olvidar la voz que produce sobrecogimiento e inquietud: tepa. Aunque, al margen de los hombres, seguirá creyéndose que algo impalpable y desconocido, un trasgo, surge repentino en el lecho de los arroyos o en las afueras del poblado cuando anochece.
*** Nota del Cronista: La Sra. Dora Guzmán vecina del kilómetro 27 de la carretera Tuxpan – Tampico, me informó que no recuerda muy bien, “pero al parecer era mediodía cuando regresaba de su servicio religioso, en la carretera que va a la Alajuela, se le aparecieron unos entes horribles al cruzar un arroyo y a los que ella consideró unos demonios. Comentó que siempre se ha sabido que cuando uno lleva niños y cruza esos arroyos las tepas, jalonean a los niños”… Hace muchos años recuerdo el relato de Roberto Garamendi que siendo niño y jugando al mediodía en el centro vecino a su casa, vió la horrenda visión de una mujer de pelo largo y enmarañado enterrada en el suelo de la mitad hacia abajo que le llamaba con sus brazos. La visión fue terrible para el niño porque era una cara desagradable como de demonio. Lo recordaba vívidamente…
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA
DANZAS Y ANDANZAS. (Etnología) Roberto Wiliams. Gobierno del Estado de Veracruz. Instituto Veracruzano de la Cultura 1997.- Páginas 224-229
Comunicación personal, Sra. Dora García,Habitante de la Alajuela Temapache.
PIES DE LAS FOTOGRAFIAS
1.-Viñeta de una Tepa
2.- Roberto Wiliams García Destacado Antropólogo recientemente fallecido
3.-Tamiahua aun sus pobladores ven las Tepas
4.- El parque con su jardín en Castillo de Teayo. Muchos de sus habitantes no salen al mediodía por donde cruzan los arroyos por temor a que les salgan las Tepas.
5.-Sra. Dora Guzmán se le aparecieron las Tepas por La Alajuela