lunes, 11 de noviembre de 2013

Prólogo a la Segunda Edición del Libro Tuxpan, crónicas de su Ciudad y Puerto


             Mi padre, Obed Zamora, el Cronista de Tuxpan,  falleció en el otoño del 2012. Para la primera edición de su libro TUXPAN, Crónicas de su Ciudad y Puerto, habíamos pasado él y yo cerca de  ocho meses de continuo trabajo, íbamos contra reloj, yo sabía que su tiempo se estaba agotando. Largas horas de lectura, una y otra vez, de los capítulos  para su corrección mientras el recordaba como siempre, innumerables anécdotas que denotaban el más puro amor por estas tierras y que fueron contenido de grandes charlas a lo largo de su vida.

En los últimos meses se quedaba dormido mientras me dictaba. Mi llamado –Papaaaa! ¿Qué sigue?-  le despertaba para seguir con la tarea, esa  era ya prácticamente la historia de siempre. A veces internado en hospital, en su consultorio o en casa.  Así terminamos de editar el libro.  Encontré una imprenta que hacía los trabajos casi de forma inmediata a una muy buena calidad. El 28 de julio  del 2012 fue  de la presentación, el salón del Hotel Holiday Inn no pudo haber estado más lleno,  Brianda mi hermana,  se encargó de hacerlo extensivo a toda la ciudadanía y a los tuxpeños que viven en el mundo a través de las redes sociales. El apoyo de Alberto Silva Ramos, entonces presidente municipal de esta ciudad,  para realizar exitosamente el evento fue total. ¡Qué bien le fue esa noche a mi padre que para mi privilegio era el autor! ¡Qué enorme y contagiosa felicidad la de él! ¡Qué orgullo y satisfacción ver culminado cincuenta años de periodismo cultural en una obra tan completa!, Qué cariñosa y entrañable respuesta la de todos los que ahí estuvieron acompañándole. Qué felicidad la mía al haber contribuido para lograr estas sensaciones en él.   A los quince días su estado de salud era ya deplorable desencadenándose una serie  sucesos que lo deterioraron cada vez más. Mi mamá lo cuidó con una dedicación extrema.  



Una de las veces que me quedé con él en el hospital empezó a delirar y en su delirio me contó las historias más extraordinarias que vivía mientras soñaba despierto, embelesado y feliz, curiosamente esa condición se la daba su riñón en agonía con el desequilibrio de los minerales en su sangre. Las historias eran de enorme felicidad según contaba, afirmaba escuchar hermosas poesías. Se deleitaba con melodías que los propios cantantes famosos de antaño entonaban, vivencias de extrema alegría, nunca había visto yo sus ojos más claros que en esa ocasión, con una expresión de emoción extasiada, tanto que le decía -cuéntame más papá, yo quiero estar allí también- Su mente prodigiosa eso le regalaba en el ocaso de su vida. 
Aparezco a la izquierda con gran parte de la familia reunida un día después 
de la presentación del libro,  todos felices disfrutando de su triunfo. 
El timbre del  teléfono a las 6:45 horas del 5 de Noviembre con la llamada de Mónica mi hermana antes de siquiera expresar una palabra, me indicó que papá había muerto, el problema renal agotó su corazón después de un fin de semana con la familia reunida.  El decía que se recuperaría, que solo necesitaba tres meses. Nunca perdió el  sentido de humor a pesar de que su cuerpo adelgazado y enfermo no le respondía más; tomó fuerzas para dar su última consulta como pediatra en esa misma semana de su muerte.

La tristeza de su partida es justificada para muchos de quienes le amamos, pero eso no es importante,  sino lo que ha dejado como legado, por lo que siempre será recordado no nada más en las personas que tuvieron la fortuna de conocerlo y los que formamos parte de su vida, sino también por quienes lean sus escritos, sus crónicas y sus relatos sobre sucesos de nuestra ciudad. En sus relatos se aprecia como disfrutaba vivir en Tuxpan Veracruz a través de hermosos recuerdos de una infancia feliz y al recopilar e investigar la vida de los personajes que hicieron la historia de esta ciudad y puerto.

Arropado en un amoroso matrimonio conformado por Obed Castillo y Teodora Sánchez, Inició su vida con una gran tragedia, su madre falleció al día siguiente de su nacimiento víctima de fiebre puerperal,  su padre desgarrado por el sufrimiento de la pérdida de su compañera, emigró de la ciudad con su primogénita y dejó  al recién nacido a cargo de Benita, su cuñada quien casada con José Zamora, de oficio carpintero,  lo amaron como verdadero y único hijo. Sus recuerdos jamás estuvieron marcados por la ausencia de sus padres biológicos, por el contrario siempre se sintió inmensamente bendecido.  Estudió en la escuela primiaria en la Enrique C. Rébsamen, la Secundaria en la Manuel C Tello, medicina en la Facultad de la Universidad Veracruzana y su especialidad como pediatra en el Hospital Infantil de Mexico Federico Gómez, en la ciudad de México.


Todos sabíamos que tenía las horas contadas. Dios le permitió ver el fruto 
de su trabajo por la ciudad que tanto amó.  Esta foto fue tomada el día posterior 
a la presentación del libro con  Rodrigo y Obed, mis hermanos  y mi madre.  


Mi padre,  el Dr. Obed Zamora, vivió dedicado a su vocación de médico pediatra con enormes satisfacciones,  pero también se entregó de manera apasionada  a narrar historias sobre Tuxpan, a la investigación sobre el tema y a entrevistar a personas en búsqueda de la verdad histórica, por eso sus escritos son únicos y auténticos. Nosotros, sus hijos, siempre supimos que nuestro padre era un personaje fuera de serie, porque a pesar de la costumbre de verlo todos los días, nunca dejó de sorprendernos con sus amenas charlas cargadas de grandes dosis de alegría. Lo recordamos siempre leyendo un libro, escribiendo la crónica, hablando en la radio, dando conferencias, regalando sus artículos; apasionado de su trabajo pero siempre pendiente de su familia, ese era nuestro padre. Cada uno de nosotros tiene algo de él.

En esta segunda edición, ya en su ausencia física, incluí capítulos de su autoría por instrucción suya, como los de las tradiciones de nuestra ciudad: El día del niño perdido, la plaza de Todos Santos, datos sobre la Familia Montiel y el Yate Granma.  También incluí las biografías de otros personajes tuxpeños como Pepe Bache, Miguel Basañez Ebergenyi, el padre Florentino y José Luis Almazán Ferrer, escritos que quiso realizar pero que el destino no se lo permitió. Realicé algunas correcciones que consideré pertinentes. Lamento que no esté para preguntarle datos adicionales y para que narre los detalles a su muy particular manera de hacerlo, terminé incluyendo un capítulo sobre su vida.


Debo aclarar que la gran mayoría de los escritos aquí expuestosforman parte de una compilación de trabajos realizados por él y publicados previamente en periódicos o en Memorias de Congresos de las Asociaciones de Cronistas, por lo que las fechas de creación se plasmaron de forma intacta.

Esta es una crónica más sobre ese inolvidable cronista de Tuxpan.


               
María Gabriela Zamora Escudero

domingo, 10 de noviembre de 2013

El padre Florentino, Un verdadero Hombre de Dios


-Gaby Zamora-


 F
lorentino R. López nació en San Antonio Acutlán, Oaxaca en 1854, estudió sus primeras letras en su pueblo y en el Seminario Conciliar de Xalapa estudió latín, humanidades, filosofía y teología habiéndose ordenado de sacerdote por el excelentísimo señor obispo D. Joaquín Arcadio Pagaza.

Durante la época jacobiana, la región huasteca del área de Tuxpan fue abandonada por sacerdotes católicos contra quienes se había orquestado un ataque ideológico y político. El conflicto tuvo proporciones violentas. El único ministro que permaneció fiel a sus convicciones y a su fe, desafiando los riesgos, fue el padre Florentino R  López. La s últimas confesiones, los santos óleos, bautizos y bodas, a partir de la segunda mitad de los años veinte, se realizaron clandestinamente.

 El padre Florentino realizó su peregrinar con disfraces audaces e inocentes  al mismo tiempo, los que en muchas ocasiones eran inútiles, debido a su gran popularidad y a su figura inconfundible; al intentar despistar llamaba más la atención. Pero más allá del conflicto religioso-social fue un personaje respetado por todos. Las autoridades de varios ayuntamientos giraban órdenes expresas a sus comandantes para que no lo molestaran. Los dirigentes agrarios anticlericales  le tenían tanto respeto y reconocían tanto su gran popularidad, que cuando necesitaron de su convocatoria para lograr con éxito una reunión campesina, no dudaron en pedirle auxilio. Las actividades del padre Florentino también se extendieron a la educación y  a las obras sociales.

En noviembre de 1921 el padre Florentino, en ese momento cura de Tamiahua, acompañó en su visita pastoral al monseñor Rafael Guízar y Valencia[1]

                El padre Florentino además de atender a las parroquias de Tamiahua, de Temapache y la vicaría de Tihuatlán, se hacía cargo de la de Tuxpan. Era un gran evangelizador. Un ser humano carismático, quedan testificadas sus crónicas en la historia de la Parroquia en donde narró las siguientes anécdotas por demás místicas y muy  simpáticas: “Por el mes de febrero del año del Señor de 1916, que eran horas de prueba para la iglesia de Santa María de la Asunción de Tuxpan, estando el Templo Parroquial ocupado por la tropa, había dado por dormir un militar de grado, debajo del ciprés del altar mayor y estando en una de tantas noches acostado sintió que lo abrazaba una mujer, al principio no le dio ningún cuidado porque creyó que era una (mujerzuela) de las que tantas noches iban a verlo, pero conforme lo iba abrazando aquella desventurada, sintió que le encajaba las uñas por la espalda, que sintió el rostro velloso y olor desagradable, quería zafarse de los brazos de aquella mujer y fue estrechado una vez más. En medio de esta lucha desesperado invocó el nombre de la Inmaculada diciendo “Ave María Purísima” y al pronunciar esta bellísima jaculatoria se ve desligado y arrancó a correr, dejando ropa y todo; fue a parar según se dijo, hasta media plaza.

                En otra ocasión, estando toda la tropa acostada dentro de la iglesia oyeron un ruido en el coro, y vieron bajar con verdadera sorpresa un sacerdote vestido con su traje talar atravesando toda la iglesia y postrándose con toda reverencia delante del altar mayor, de donde poco a poco desapareció; lo que infundió tal temor en el  ánimo de todos, que  a esa hora se salieron a pasar el resto de la noche en el atrio de la Santa Iglesia.

                El día 31 de diciembre del año del Señor 1914, estando todavía en el templo la venerable imagen de Nuestra Señora de la Salud, unas soldaderas que le robaron su ropa interior, se retiraron, pero después volvieron para quitarle el hábito y el manto; pero, ¡Oh! Milagro del cielo,  cuán grande fue la sorpresa de ellas cuando vieron que la taumaturga Virgen de la Salud de los enfermos, se movió dándoles la espalda, arrancando ellas a correr llenas de espanto, muriendo una de ellas trágicamente entre el Jambal y Tumbadero”.

Otro Relato es el de un individuo que se jactaba de ser liberal, entró por curiosidad a la iglesia en febrero de 1918, a los pocos días de que el cielo bendito me había concedido abrir nuevamente la iglesia y ejercer mis funciones sacerdotales. Estando la imagen de Jesús Nazareno en una pequeña mesa arriba del presbiterio del lado del evangelio, y estando mi biografiado delante de la venerable imagen, repentinamente vio el rostro de la imagen rodeada de una aureola de luz quedando su rostro severísimo como si en aquel momento hubiera querido increparse con el individuo; lo que infundió tal temor en el ánimo de mi biografiado que maquinalmente dobló las rodillas en el suelo, haciendo como pudo unos garabatos en lugar de la señal de la Santa Cruz en la frente, se limpió los ojos, tomó resuello y volvió a mirar la sagrada imagen, cuando la vio en esta segunda vez, le mostraba un corazón igualmente radiante de luz, pero con rostro severo, en un parpadear que dio, desapareció todo y quedó el rostro de la imagen tal como se ve hoy en día.


Termina estos relatos el padre López con lo siguiente: 

                “Yo  Florentino R. López, cancelo lo antes dicho con las armas de mis manos para perpetuar memoria en las futuras generaciones, junto al trono de Nuestra Señora de la Paz.”

Muere de una edad avanzada en la ciudad de Amatlán, Veracruz. Tanto lo quiso  su pueblo que no dejó se enterrase en el panteón municipal, sus restos descansan en el atrio de la parroquia de aquel lugar.


REFERENCIAS:

·         La Catedral de Santa María de la Asunción en: Zamora S. O: Tuxpan, Crónicas de su ciudad y puerto. Págs.  163-169, Groppe Libros México 2012, 1ª edición.

·         Alafita M L, Gómez C F. Tuxpan, Veracruz Imágenes de su Historia. Pag. 164, Gobierno del Estado de Veracruz, Archivo General del Estado 1991.

Montiel González J. Entrevista personal entrevistadora: Zamora E. M. G.  23 de mayo del 2013.



[1] fallecido en 1938,  es el primer obispo mexicano e hispanoamericano canonizado por la Iglesia católica.

lunes, 4 de noviembre de 2013

OBED ZAMORA SÁNCHEZ, PRIMER CRONISTA DE TUXPAN

El Primer Cronista de Tuxpan:
Obed Zamora Sánchez     


El 10 de marzo de 1934,  nació un niño dentro de un amoroso matrimonio conformado por los profesores Obed Castillo Solís  proveniente de Xochicuatlán, Hidalgo y Teodora Sánchez Hernández, de Santiago de la Peña, de esta ciudad y puerto,  él ocuparía el segundo lugar ya que el matrimonio había procreado a una niña de nombre Dorisnilda.

Inició su vida con una gran tragedia, su madre falleció al día siguiente de su nacimiento víctima de fiebre puerperal,  su padre desgarrado por el sufrimiento de la pérdida de su compañera, emigró a la ciudad de Pachuca, Hidalgo donde radicaban sus padres, los profesores Apolinar Castillo y Gonzala Solís,  para que le apoyaran con su primogénita. Dejó  al recién nacido a cargo de Benita, su cuñada quien casada con José Zamora, de oficio carpintero,  lo amaron como verdadero y único hijo.

 En el seno de un hogar humilde,  Obed  creció a lado de los que realmente fueron sus padres, mismos que le brindaron todo el cariño posible.  Sus recuerdos jamás estuvieron marcados por la ausencia de sus padres biológicos, por el contrario,  siempre se sintió inmensamente bendecido, a esa felicidad contribuyó que vivía  en una cuartería de la familia Díaz,  a la orilla del río en el centro de la ciudad en donde se juntaba la palomilla (Ver entrada en este blog: La infancia Feliz).   Realizó sus estudios elementales en la Escuela Enrique C. Rébsamen y los de segunda enseñanza en la Escuela Secundaria y de Bachilleres Manuel C. Tello, de la que años más tarde sería catedrático, con la materia de Higiene.

Un día cuando tenía trece años, tocaron la puerta de su casa  y al abrir, solo de verlo, supo que era su padre. Nunca antes lo había visto y se fundieron en un abrazo, estuvo solamente unos días, había venido a una gira política,  lo volvió a ver para comunicarle que había concluido  su carrera de medicina y que había decidido cambiar de forma oficial su apellido a Zamora en lugar de Castillo. 

Obed estudió en la Facultad de Medicina del puerto de Veracruz en donde se graduó en 1959. Cuando estaba cursando el tercer año de carrera,  se suscitó un problema familiar,  su madre había enfermado de cáncer y todos los recursos económicos  fueron enfocados hacia el tratamiento y traslados hacia la ciudad de México para que Benita se restableciera, es por eso que Obed dejó la facultad para abrir un consultorio médico en la ciudad de Veracruz y de esa manera  obtener los ingresos para ayudar a su madre. Allá en el puerto vivía con sus tíos Gelasio  Lima, capitán  de un Pailebot y  Guillermina Ávila  Pancardo, oriundos de estas tierras.  Al mejorar la salud de Benita, Obed continuó sus estudios hasta concretarlos.

En Potrero de Llano realizó su servicio social, por lo que la viajaba continuamente a Tuxpan para ver a sus padres y para llevar medicamentos a sus pacientes mismos que obtenía surtiéndolos en la Farmacia de Agustín Escudero, allí conoció a Silvia, quien posteriormente sería su esposa en 1964.  Años después ya radicado en Tuxpan continuó dando consulta en Potrero los días domingo ya que sus pacientes de aquel sitio así se lo pidieron.

  En 1962 realizó estudios de la especialidad en Pediatría en el Hospital Infantil Federico Gómez de la ciudad de México.  El Prof. Obed Castillo, su padre biológico,  tuvo otra familia con la profesora  Luz López Cadena, finados ambos,  quienes procrearon a Silvia, Gorki y Dora. En ese hogar, Obed fue huésped mientras terminó la especialidad y tuvo la oportunidad de conocer de manera más cercana a sus hermanos.

Ya establecido en este puerto, tenía su consultorio en la calle de Morelos, también ofrecía sus servicios en el Hospital Civil Dr. Emilio Alcázar, donde fundó la Sala de Pediatría trayendo las  innovaciones que había visto en el Hospital Infantil. Recibió el nombramiento de Director de dicho nosocomio, hizo una ardua labor de restructura en todos los sentidos, tanto de limpieza, como del personal que estaba en nómina sin devengar el sueldo. Fundó el primer sindicato de trabajadores y así mismo la Sociedad Médica Tuxpeña, cuyo objetivo era la continua capacitación de los médicos locales, trayendo ponentes de renombre científico.  Promovió la creación de la Sociedad de Esposas de Médicos, que sirvió como apoyo fundamental para las necesidades del hospital de aquel entonces- Fue Jefe de Servicio y médico adscrito en ese hospital por 43 años.

 Tomó diferentes cursos de su especialidad, tanto en el Hospital Infantil de México perteneciendo a su Asociación de Médicos. Por más de 30  años participó  en los Congresos Interamericanos de Infectología Pediátrica y de Sida en el niño siendo Delegado de la Asociación Mexicana de Infectología Pediátrica por el Estado de Veracruz,  posteriormente fue profesor nacional  de curso exponiendo algunos trabajos que le merecieron reconocimientos y un homenaje en 2006 por su trayectoria como pediatra infectólogo, habiendo hecho también cursos de dermatología. Fue el pediatra más conocido de Tuxpan y la región atendiendo también en la ciudad de Álamo Veracruz.

Desde que era muy joven fue entusiasta para escribir artículos médicos, sociales y deportivos   pero también culturales. Enviaba sus escritos desde Veracruz para ser publicados en el periódico la Tribuna de esta ciudad colaborando con sus amigos: Manolo Arvizu, Eduardo Deschamps y Miguel López Azuara.

En la década de los 80, se unió a la Sociedad de Rescate Histórico de Tuxpan y en 1992 el Cabildo de la ciudad de Tuxpan, presidido por  el Lic. Crisóforo Hernández Cerecedo le nombró su Cronista Oficial y Vitalicio en base a que reunió el perfil para así ser designado.
Desde esa fecha hasta el  2012 publicó, fruto de sus investigaciones históricas, numerosos trabajos sobre el rescate y la memoria histórica de la ciudad de Tuxpan.

En 1998 fue Presidente Fundador de la Asociación de Cronistas de Veracruz, cargo por el que es reelecto en tres directivas.  Participó con un trabajo dando una conferencia magistral en la Asociación de Cronistas de Veracruz cada seis meses. Fue miembro de la Asociación de Cronistas de Ciudades Mexicanas y colaboró por varios años con una crónica semanal en el Diario Noreste de Poza Rica, siendo también colaborador del Diario de Xalapa. Se presentó en diversos foros nacionales, locales y regionales conferencias magistrales en multimedia  sobre sucesos históricos de la ciudad de Tuxpan. Fue Investigador Nacional del Archivo de Indias de Sevilla, España y del Archivo General del Estado y del Archivo General de la Nación.

En una reunión de Cronistas realizado en 2008 en esta ciudad, Alejandro Contla Carmona, cronista de Texcoco,  dijo  lo siguiente: “En cualquier foro donde Obed Zamora se presenta, honra a su ciudad  y al honrarla la describe y  la disfruta, es un cronista que cree en él, porque lleva a Tuxpan metido hasta la médula de sus huesos. Así como los niños tuxpeños van a la playa a juntar conchas  de mar para después olvidarlas, así Obed, junta las historias olvidadas de personajes, calles, barrios, plazas y plazuelas de su puerto y ciudad para recordarlas, ha aspirado la fragancia del recuerdo para escribir la crónica de Tuxpan del ayer, del ahora y el del nunca acabar para eternizarse  y eternizar a su ciudad y puerto”.

Entusiasta, dicharachero, contador excelso de chistes,  con una memoria prodigiosa, para las fechas y acontecimientos, tenía también una habilidad muy especial para narrar historias de la ciudad, ocasionando grandes dosis de alegría a quienes lo escuchan. Apasionado de la buena música mexicana de antaño pero fanático del tango, fue miembro del Club Pozarricence  “Los amigos del Tango”, de quien era el maestro de ceremonias de los eventos que realizaban.  Gozaba la vida, siempre leyendo un libro, escribiendo la crónica, hablando en la radio, dando conferencias, regalando sus artículos; apasionado de su trabajo pero siempre pendiente de su familia,  casado con Aurea Silvia Escudero Bache, fue un amoroso padre de cinco hijos: Silvia Mónica, María Gabriela, Obed, Rodrigo y Brianda Zamora Escudero y nueve  nietas y nietos.

Fue director de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Tuxpan  durante  2011-2012. Publicó su libro TUXPAN, Las Crónicas de Su Ciudad y Puerto en Julio del 2012. Falleció en el seno de su familia  el día 5 de noviembre del 2012 a la edad de 78 años después de una enfermedad renal crónica que agotó su corazón.