-Obed Zamora Sánchez-
H
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ablar de la Escuela Secundaria y de Bachilleres Manuel C.
Tello, es para mí un motivo de honda
satisfacción, un orgullo que llevo muy dentro por haber sido un hijo más de
este templo de la educación superior en mi ciudad. Escuela de la que salí ya un
lejano 1952 para formarme como profesionista. Posteriormente regresé a ella con
el inmenso honor de enseñar, tarea que cumplí por algunos años con la antigua
cátedra de Higiene.
Muy pocos
saben del enorme sacrificio, de la lucha ardua, tenaz y epopéyica que muchos
tuxpeños llevaron a cabo en los años treinta del siglo pasado para tener una
escuela como esta.
El 18 de Julio
de 1934, en la Escuela Antonia Nava se reunió casi un centenar de personalidades,
hombres y mujeres que habitaban en esta ciudad para formar el Comité pro Escuela Secundaria de Tuxpan, con el
visto bueno de la Dirección General de Educación del Estado de Veracruz. De
esta manera se inició la primera Sociedad de Padres de Familia. Fue hasta el
año de 1945 cuando la sociedad dejó de asociarse ya que logró la tan anhelada
necesidad de contar con un centro de educación superior como lo fue la Escuela
Secundaria y más tarde de Bachilleres Manuel C. Tello.
En esa primera
reunión se buscó un lema que significara los objetivos del proyecto, siendo
elegido por unanimidad: “Enseñar es hacer Patria”. Y se pusieron a trabajar.
Lograron con colecta popular reunir los fondos necesarios para arrancar el proyecto. La mayoría de los
tuxpeños con hijos, tenían la enorme
necesidad de una enseñanza superior y contribuyeron
con su dinero, su esperanza y su entusiasmo. Por fin, en septiembre de 1934 fue
nombrado director de la escuela el destacado pedagogo, maestro Manuel C. Tello
quien se avocó a la organización del profesorado y a asentar las bases para el
inicio de su escuela.
El 3 de
Octubre, en el teatro Álvarez, el Presidente de la Junta de Administración
Civil, León Pancardo hizo la declaración de la fundación de la Escuela
Secundaria, en un lúcido festival que se llevó a cabo en este bellísimo teatro
que se encontraba en el centro de la ciudad, en donde hoy está el edificio de
Almacenes Apolo.
Hecha la
declaración de inauguración, la señora Josefa Núñez de Llorente, -dama
inmensamente rica por los yacimientos petroleros encontrados en sus terrenos y
que fueron explotados por las compañías extranjeras en los años del auge,- donó
la suma de $ 500 pesos y Charles Weinberger, dueño de la famosa compañía
platanera que por muchos años trabajó en la zona, hizo lo mismo aportando mil
pesos. Cantidades muy grandes para la época.
En noviembre
del mismo 1934, un hecho histórico para nuestra escuela fue la filantropía del
Dr. Zózimo Pérez Castañeda, ilustre
médico, que siempre aportó a Tuxpan su infatigable entusiasmo, su generosidad y
su enorme vocación como maestro, él permitió para esta alma mater, que la escuela
se instalase en su casa, situada casi en la esquina de la antigua avenida
Hidalgo (hoy Juárez) y la calle de las Artes (hoy Zózimo Pérez Castañeda) en
donde impartió las cátedras de francés y física, por todo el resto de su vida.
Las llaves de esa casa fueron entregadas el 1º de Noviembre de
1934. La escuela comenzó a funcionar enseguida, con una matrícula de 89 alumnos
bien registrados en enero de 1935.
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De esta manera
continuó la labor callada, enérgica y muy bien orientada, del Maestro Tello y
de la Sociedad de Padres de Familia, que entre sus colaboradores incluía a las
Logias Masónicas, muy fuertes en esa época, clubes, instituciones y a numerosos
ciudadanos que con poco o con mucho aportaban su dinero para el buen funcionamiento de la
institución. Los maestros en su gran mayoría no cobraban o donaban su sueldo al
patrimonio de la escuela.
En 1938 sucedió algo verdaderamente notable y que nos habla de la
nobleza de nuestra gente. El Sr. Carlos
Bock y su esposa Carmen Rodríguez de Bock ofrecieron en venta una propiedad a
la Sociedad de Padres de Familia, situada
en la Avenida Hidalgo Nº 25 (hoy Juárez) y que se hallaba frente a la Calle del
Palomar (hoy Venustiano Carranza) donde se encuentra actualmente el Kínder
Francisca Cano de Rodríguez. Dicha propiedad la ofertaron con un anticipo de $
2,000 y posteriormente se pagarían seis anualidades de $3,000. Facilidades enormes
que contribuyeron a que la institución ya tuviese edificio propio.
Esta casa era
de dos plantas con frente a la avenida
Juárez y al fondo de su patio tenía otra
pequeña construcción. Se conoció también
como la “Secundaria”. Esta fue la escuela en donde todos los jóvenes de la
época estudiamos. Allí permaneció hasta
el cambio a su nuevo edificio en el año de 1962, que se encuentra en Boulevard
Manuel Maples Arce frente al río y cerca del Sector Naval Militar de esta
ciudad.
Han sido
directores de la Escuela: El Profesor Manuel C. Tello su fundador y el gran
impulsor de su prestigio académico; siempre recordamos su apotegma “Actuad como
hombres de ideas, Pensad como hombres de acción”; su hijo el Profesor Luis Manuel Tello
Bermúdez quien en 1941 tomó posesión al
renunciar su papá por haber sido nombrado director de la Escuela Normal
Veracruzana. El Profesor Luis Manuel Tello se casó con Teresa Deschamps, una bella
tuxpeña, tuvo dos hijos: Teresa Elvira y Picolo como les nombrábamos
afectuosamente. Fue Luis Manuel, un maestro en toda la extensión de la palabra,
preparado, afectuoso, con una presencia impecable, bohemio, compositor, le
gustaba tocar el piano y fueron famosas sus canciones tan románticas como Marquesita, que era tema
obligado de nuestras serenatas; recuerdo
muy bien que cuando la escuela cumplió 15 años él se encargó de preparar la
coreografía en la que 50 jóvenes parejas bailamos un vals inolvidable para
festejar a la quinceañera. Muchas de las generaciones que pasaron por nuestra
escuela lo recuerdan con gran admiración y cariño por la gran imagen que
proyectó y el enorme prestigio que la Institución tuvo durante todo su
ejercicio.
El Profesor Ángel Ruiz Segura fue el tercer director. “El
Viejito”, como afectuosamente le decíamos, amó a la escuela como ningún otro de
sus egresados. Fue del selecto grupo de
fundadores en 1934, maestro destacado, gran dibujante, batalló siempre con
palomilla brava, pero su carácter alegre, simpático pero enérgico y
disciplinado, forjó a muchas generaciones que veneramos su recuerdo.
El cuarto
director fue el Lic. Pericles Namorado Urrutia, también hijo distinguido de la
Tello, uno de los más brillantes estudiantes de la UNAM en la carrera de derecho,
premio Justo Sierra de la universidad y hombre dedicado al servicio público con
una notable carrera no sólo como abogado sino en el campo de la política, dos
veces presidente municipal, maestro universitario y finalmente procurador de
justicia del estado por dos veces.
Han destacado
en su trayectoria como maestros y directores el Dr. Ramiro Martínez Chacón, el
Antropólogo Ernesto Hernández Ruiz, el Profesor Wenceslao Bastián, el Profesor
Alfredo Tobías Fragoso, la doctora María de Jesús Rangel Reyes y el actual
(Julio de 2006) Lic. Juan Manuel Acosta Sagaón y como subdirector el Dr. Raúl Costa Obregón.
Fueron
maestros de nuestra generación y de muchas más: Ramón H. Álvarez, destacado
fundador, pequeño gran hombre, políglota, maestro eminente y a la vez modesto,
sencillo y de vasta cultura. Recuerdo muy bien las diabluras que le hacíamos en
cuarto año; cuando llegaba, colgaba su sombrero, su bastón y más tardaba en
darse la vuelta que el sombrero ya estaba colocado en una calavera que había en
el salón de clase. Cuando falleció, recuerdo que su cadáver sudaba y eso nos
sorprendió mucho. Le siguió en la cátedra de Raíces Griegas y Latinas, la
doctora Beatriz Cuervo. Betty era una hermosa mujer, con unos ojos inolvidables
y unas piernas ¡Que piernas! Edward H.
Mall que vino de Cleveland, aprendimos con él, lo mejor de la gramática en
español, aunque fue por años catedrático de inglés, siempre andaba de traje o
de saco, aún con los calores infernales
de la ciudad, era muy delicado y no toleraba que hicieran sonar monedas o
llaves y nos expulsaba diciendo “A mi querido amigo, favor de salir del salón”
Le gustaba el trago pero nunca lo olvidaremos como el excelente maestro que
fue. Murió en esta ciudad de un cáncer avanzado.
Zózimo Pérez
Castañeda (el maestro Chochi), hablaba atropelladamente pero fue un
extraordinario profesor de francés y de física. Muchas generaciones salimos
hablando y leyendo en francés de la Secundaria. El profesor Abdón Mabarak
Pancardo, un gigante del dibujo, lo recuerdo siempre con un genio endemoniado por la tremenda guerra que
le dábamos y su perenne olor a Sen-Sen, ¿Se acuerdan?, unas pastillitas para
evitar el mal aliento y que él chupaba para que no nos diéramos cuenta cuando
llegaba a medios chiles, aunque como quiera nos enterábamos; el siempre recto Lic.
Gastón Chao, que se retorcía el bigote cuando daba clase, muy circunspecto; el
Lic. Daniel Chavarría Infante, maestro de historia que si mal no recuerdo, en
lugar de contestar el examen escribíamos la reseña de las corridas de toros y/o
la de las películas y como quiera
aprobábamos; el Dr. Tomás López Vera, el
terror de la cátedra de química (a mi me ponchó) en la que tronábamos casi
todos, era de Juchitán, Oaxaca y egresado de la Escuela Médico Militar, fue el
primer médico en Tuxpan dedicado a la cardiología; el eminente maestro Dr.
Gustavo A. Casián que con su legendaria cátedra de
anatomía y psicología formó a muchos de
nosotros como médicos, siempre con una enorme chispa; me acuerdo que en una
celebración de la generación olímpica (la de 1968) nos invitaron a una cena y
él me dijo “Obed, ya viste que aquel muchacho me mira muy feo” y yo le dije
pero cómo no, ya se le olvidó que lo ponchó hasta en el extraordinario? Como
quiera, el joven profesionista fue a saludar al Dr. Casián y se lo recordó -¿
Se acuerda maestro, que usted me ponchó”?- y el Dr. Casián con su ingenio de
siempre, “Mira no fui yo, fue Obed, que era mi sinodal”.
Don Ferruccio
Vianello, de origen italiano que heredó del Dr. Pérez Castañeda la cátedra de
francés, toda la palomilla le decía “Don Serrucho,” le gustaba también el
periodismo y estaba tan cegato como Mister Magú. Estaba casado con doña Carmen
Ramírez. Doña Carmen tenía una escuela de danza cerca de la secundaria, en
donde entre otras niñas, las estrellas eras las cuatitas Chavarría, que siempre
en todos los festejos bailaban muy graciosamente La Jota Aragonesa. Rafael
“Fallo” Ochoa, era un ingeniero de origen alvaradeño, construyó la embotelladora
de la Orange Crush y era quien nos hacía sufrir con la Trigonometría; el
profesor Guillermo Galván “El Geoide”· que sabía mucho de Geografía Universal.
En este repaso
no podemos olvidar al Lic. Luis López Casanova, que nos dio cátedra de civismo
y era también muy delicado, pero excelente maestro, amigo y gran consejero; la
ameritada maestra Inés Salas Villagómez, maestra extraordinaria, catalogada
como la mejor de todas por algunos de sus alumnos, era quien nos daba Modelado
y también Geografía, ella fue la tesorera por una decena de años de la
Asociación de Padres de Familia, desde su
fundación. Con qué orgullo recordamos que a esta
sociedad le sobraba el dinero y fue manejando con estricta honestidad con el
que se pagó puntualmente la vetusta casona de la Avenida Juárez.
La profesora Pura Namorado Urrutia, maestra excelente, algo
estricta que daba la cátedra de literatura; la preciosa Pilar Aviña, la eterna
novia platónica del preparatoriano, nos dio Cultura de la Música, era muy
bonita y todos andábamos derretidos por ella.
Basilio “Chilo” Fernández, que daba Botánica y Deportes, era bueno
para el volibol y también muy bueno
para regañarnos; pero todos éramos una gran familia. Los maestros, por un lado
siempre fueron atentos, buenos y sabían
corregir nuestras fallas y faltas de respeto, el que no se disciplinaba era expulsado, y por el
otro, el alumnado, que en su gran mayoría se comportaba a la altura, sin faltar
las travesuras y las bromas pesadas. Eran pues otros tiempos… No había drogas y
las parrandas y disipaciones eran con refrescos, nuestro mayor vicio era ir al Royalty
a jugar billar, o pool, o carambola; llevábamos serenatas a nuestras novias o
las bellas chicas que enamorábamos con Toño Vega que cantaba muy bien;
bailábamos en las tardeadas de casi todos los sábados. En fin, tantos
recuerdos… Así era nuestra juventud, más sana, menos contaminada y sobre todo
más culta y respetuosa.
REUNION
DE 8 GENERACIONES:
¡Hasta que se me
hizo! Nunca hubiera imaginado que un día vería de cuerpo presente a tantos
amigos y compañeros, unos que se quedaron sembrados en el camino y otros que
siguen vivitos y coleando, pero todos con presencia permanente en las páginas
del tiempo y la memoria y con quienes suelo juntarme en tardes con sabor a
tango y a nostalgia.
Ahora los estoy
viendo igual que cuando nos hemos puesto a platicar como lo hago con el
inconmensurable Krakif Adrián Villagómez, o con el Cabezón Romo que fue como mi
mentor en el tránsito de mis mocedades; por supuesto que no podían faltar
Carús, ni Lictor Prianti, ni Jorgito Rosas, Cuco Basáñez, y alcanzo a ver por
ahí al Negrito (Solís), Mario Fernández, a Pepe Luis Deschamps, a Chapitas
Basáñez, tal parece que he sido yo quien convocó a esta reunión y aquí han
llegado.
Bueno, pero ya
estamos aquí reunidos y mi primer pensamiento tiene que ser para el Benemérito
Maestro Manuel C. Tello, pero también es ocasión para recordar al grupo de
colaboradores suyos como Don Ramón H. Álvarez, al Doctor Zózimo Pérez
Castañeda, al Profe Mabarak, la profesora Inés Salas, a Luis Manuel Tello y
otros cuyos nombres me escamotea la memoria y que hicieron posible lo que
parecía una aventura.
De la primera
generación estén o no estén pero yo sí los veo, al "Viejo" Ángel Ruiz, a Germán
Fernández, a Toño Cheín, a Pepe Romo, a Chavita Hernández y de la segunda
generación veo a Luis López Casanova, a Pericles, al Compa Monchi, de la
tercera a Güicho Barrios, a Juanito Franco, y así de las siguientes descubro a
David Fosados, al Chato Salas, a Carlos Acuña, a Julián Adem y de la mía, la
quinta, veo a Neto Ferrer, a Chalo Bridat, al Negrito Domingo Solís. De las
posteriores generaciones dejo que respondan Agustín el "Chachalaco"
Martínez, Licho Ruiz, Foncho Zarzoza, autores intelectuales de esta reunión.
¿Cuántas
generaciones irán ya? Y cuánto talento rescatado del anonimato que se habría
desaprovechado si no ha sido por la visión del Maestro Tello que abrió las
compuertas al talento y a la gloria anidada en Tuxpan. En rigor no me atrevería
a nombrar a los que han cobrado fama en el campo de las ciencias, de la poesía,
del deporte, la música, por temor a quedarme corto, pero es una tarea reservada
a Agustín, a Obed Zamora o al poeta Pilar Morales Trujillo.
A todos ustedes que con
su presencia dan brillo a esta bella reunión, yo los felicito y no tengo
palabras para expresarles mi gratitud por haberme aceptado a pasar esta velada
de la amistad, que conservaré como una gran reserva espiritual contra los
avatares de la vida, y también para reconfortarme en las horas de
incertidumbre.”