sábado, 21 de noviembre de 2009

CONTRALMIRANTE CRISPÍN QUINTERO HERRERA

• DESTACADO OFICIAL DE LA ARMADA DE MEXICO
• UN ORGULLO DE NUESTRA CIUDAD

-OBED ZAMORA SANCHEZ-

Después de una brillante carrera dentro de la Secretaria de Marina Armada de México, el Contralmirante Crispín Quintero Herrera, miembro de una conocida y muy estimada familia tuxpeña, causó baja de esta nobilísima institución en los inicios del presente mes.

El pasado 20 de noviembre en la ceremonia para conmemorar el aniversario de la Revolución Mexicana y asi mismo para condecorar a un numeroso grupo de oficiales y marinos, celebrada en la explanada de la Fuerza Naval del Golfo y del Caribe por sus años de servicio y lealtad a la Armada de México, también se honró al Contralmirante Quintero Herrera.

Presidido este importante acto por al Almirante José de Jesús Marte Camarena Zepeda Comandante de la Fuerza Naval del Golfo y del Caribe, el Contralmirante Manuel Paulin Fritsche Comandante de la 1ª. Región Naval y con la asistencia del Presidente Municipal Ing. Juan Ramón Ganem Vargas y diversas autoridades civiles y militares la ceremonia se inició con el discurso conmemorativo con motivo del centenario de la Revolución mexicana a cargo del Capitán de Navío Julio César Chinas Carrasco. Posteriormente se llevó a cabo la ceremonia de condecoraciones y reconocimientos a los marinos. Para finalizar el Capitán de Corbeta Juan Carlos Cruz conductor del programa, presentó la semblanza biográfica del destacado Contralmirante ahora en retiro, el tuxpeño Crispín Quintero Herrera, la cual también damos a conocer por considerarla de gran importancia para la historia de nuestra ciudad que le ha dado a la Patria ilustres varones y mujeres que enorgullecen a nuestra ciudad.
“La Armada de México está integrada de hombres y mujeres que día a día entregan su vida para mantener la nacionalidad, la independencia y la soberanía de nuestra nación; en esta fecha tan especial para el pueblo de México, le corresponde a un grupo de ellos, ser reconocidos públicamente, por su abnegada entrega al cumplimiento del deber en sus años de servicio.
Recibe la condecoración de perseverancia primera clase, por 35 años de servicio en esta institución, el ciudadano capitán de navío del cuerpo general, diplomado de estado mayor, Edgardo Castellanos Pazos..

Asimismo, le es impuesta la condecoración de perseverancia primera clase, por los 35 años de servicio permanente en esta institución; al ciudadano capitán de navío infantería de marina, diplomado de estado mayor, Oscar Juan García Osorio.

De igual forma, le es entregada la condecoración de perseverancia segunda clase, por 30 años de servicio en esta institución, al ciudadano capitán de navío
del cuerpo general, diplomado de estado mayor, José Heriban Arreola Gómez.

Acto seguido, los mando navales de la Fuerza Naval del Golfo y de la primera región naval, acompañados de los distinguidos integrantes del presídium, impusieron al personal naval las preseas correspondientes a las condecoraciones de perseverancia que se hicieron, en reconocimiento a sus años de servicio prestados a la nación y a nuestra honrosa institución.
La doctrina naval, las tradiciones heredadas de nuestros antecesores y el espíritu de aventura de cada integrante de la Armada de México, han servido para fijar en cada marino el sentido del cumplimiento del deber, con honor, valor y lealtad en los ámbitos de competencia de la institución; con espíritu de reconocimiento, la banda de guerra de la fuerza de reacción anfibia del golfo, efectuó el toque de tres de diana.
Consientes del momento que la nación vive y de la responsabilidad de continuar coadyuvando en el desarrollo integral del estado mexicano, los hombres de mar condecorados expresaron su sentir en palabras del ciudadano Capitán de Navío Cuerpo General, Diplomado de Estado Mayor, Edgardo Castellanos.
“Está presente con nosotros el C. Contralmirante IM de Estado Mayor Crispín Quintero Herrera, originario de Tuxpan, Veracruz de quien me permitiré leer a continuación su curriculum vitae”
CURICULUM VITAE DEL
CONTRALM. I.M. DEM. CRISPIN QUINTERO HERRERA.

El contralmirante de Infantería de Marina Diplomado de Estado Mayor Crispín Quintero Herrera, nació el 25 de octubre de 1948, en el Puerto de Tuxpan de Rodríguez Cano, Ver.

A lo largo de su trayectoria en esta institución ha sido distinguido con las condecoraciones al merito docente naval primera clase, perseverancia de sexta a primera clase por 35 años de servicio y perseverancia excepcional tercera clase por 40 años en el servicio activo de la Armada de México.
Ingresó al servicio activo de la Armada de México como cadete de la Heroica Escuela Naval, habiendo causado alta en esta institución el 2 de enero de 1968.Su familia está integrada por su distinguida esposa la señora Evangelina Romero Araiza y sus tres hijos varones: Valentina, Carlos y Alan.

La preparación académica del Contralmirante Crispín en la armada de México, dio inicio al cursar el plan de estudios de la carrera de infantería de marina en la heroica escuela naval militar.

Como parte de su formación dentro de la institución, efectuó la especialidad de mando naval, el diplomado de estado mayor y la maestría en mando superior y seguridad nacional en el centro de estudios superiores navales.
Sus ascensos estuvieron comprendidos en el periodo de agosto de 1971 en que ascendió a oficial, hasta el 20 de noviembre de 1999, en que alcanzó el grado de contralmirante.

Como oficial se desempeñó como oficial de cargo en diversas Compañías de Infantería de Marina, destacando el formar parte de la planta docente de la heroica escuela naval militar como profesor militar.

Los mandos desempeñados como oficial, fueron las comandancias de las compañías de infantería de marina número 2, con sede en puerto cortes, baja california sur, en dos ocasiones y como comandante de la compañía de infantería de marina número 24, con sede en santa rosalía, en el estado de baja california sur.

Como capitán fue comandante de las compañías de infantería de marina número 29, con sede en el puerto de Veracruz y del batallón de infantería de marina número 4, con sede en la paz, en el estado de baja california sur.

Con el grado de contralmirante se le otorgó el mando como comandante del batallón de infantería de marina número 8, con sede en el puerto de Mazatlán; también fue comandante de la fuerza de reacción amfibia del golfo, con sede en este puerto.

Sus cargos sobresalientes fueron como asesor del mando de la región naval central, comisionado como vocal del Consejo de Guerra Ordinario de la Secretaria de la Defensa Nacional y como director de área, comisionado en la Secretaria de Seguridad Pública.

Al cierre de su amplia trayectoria naval, se desempeñó en esta ciudad y puerto como Inspector del Mando Naval del Sector Naval de Tuxpan y de la Fuerza Naval del Golfo; en su última adscripción se le nombró Subinspector Administrativo de la Primera Región Naval.

Con fecha primero de noviembre del 2009, causó baja del servicio activo de la Armada de Mexico y de la Primera Región Naval pasando a situación de retiro por edad límite.

Por su destacada entrega al servicio de la nación y amplia trayectoria, es de reconocerse al ciudadano Contralmirante de Infantería de Marina Diplomado de Estado Mayor Crispín Quintero Herrera, como un personaje de origen tuxpeño que ha puesto en alto los valores y principios adquiridos a través del núcleo familiar y escuelas de nivel primaria y secundaria establecidas en esta ciudad y puerto, que lo educó y guió hacia los caminos de la Secretaria de Marina – Armada de México, donde el día de hoy con la satisfacción de deber cumplido, inicia su vida en el retiro.

El ciudadano Vicealmirante Cuerpo General, Diplomado de Estado Mayor, Manuel Paulin Fritsche, Comandante de la Primera Región Naval, hará entrega de un reconocimiento al c. Contralm. IM. DEM. Crispín Quintero Herrera, por su perseverancia excepcional al computar 41 años de servicio ininterrumpidos.
Como último acto de su brillante trayectoria y su destacado servicio en la Armada de Mexico, el contralmirante Quintero Herrera dio al personal naval aquí presente, el exhorto de la Armada de México”.

AGRADECIMIENTOS:

Capitán de Navío Julio César Chinas
Capitán de Corbeta Juan Carlos Cruz Ruiz
Lic.Orlando Segura Herbert

PIES DE LAS FOTOGRAFIAS

Presídium en la Ceremonia de Entrega de Condecoraciones el 20 de Noviembre en la Fuerza Naval del Golfo y del Caribe.

Infantes de Marina y Oficiales que recibieron sus condecoraciones por su Perseverancia y Lealtad al Servicio

Asistencia de Autoridades Civiles, Militares y Navales en la Fuerza Naval del Golfo y del Caribe

Contralmirante Manuel Paulin Fritsche Comandante de la Primera Región del Golfo, impone su condecoración y le entrega un reconocimiento por su Perseverancia y Lealtad a la Armada de México al Contralmirante Crispín Quintero Herrera

Contralmirante IM DEM Crispín Quintero Herrera, destacado Marino de nuestra ciudad.

CONTRAALMIRANTE XRISPIN

miércoles, 28 de octubre de 2009

LA PLAZA DE TODOS SANTOS…


. CADA AÑO EL 30 DE OCTUBRE RENACE LA TRADICION
. LOS TUXPEÑOS SE VUELCAN TODO EL DIA Y ESA NOCHE PARA COMPRAR TODO LO RELACIONDO CON LA FESTIVIDAD.
. LAS CONSERVAS DE CAHUAYOTE, PAPAYA Y CIRUELA SON LAS MAS GUSTADAS.

OBED ZAMORA SANCHEZ

La mañana de cada 30 de octubre el centro de Tuxpan se va llenando de puestecitos en los que se expende toda la mercadería necesaria., para iniciar la festividad de Todos los Santos y Fieles Difuntos Así las calles de Escuela Médico Militar, Alatorre, Ocampo, Garizurieta y Av. Juárez, es un perímetro verdaderamente muy chico en el que se conglomeran los diversos comercios que nos traen, desde toda la región, de la Sierra de Puebla y del Altiplano Mexicano lo que necesitamos para comenzar a iniciar la celebración de la mas importante festividad en honor de los difuntos.

En otros sitios huastecos esta fiesta es conocida como Xantolo, pero para nosotros los tuxpeños es la de Todos los Santos y Los Fieles Difuntos y ahí vamos la gran mayoría, a la Plaza, para comprar las varas, la palmilla, las frutas como naranjas, cañas las flores de muerto, el bolotillo, el diente de león, las veladoras, el copal, el maravilloso papel picado con las imágenes de la muerte, las calaveritas de azúcar y desde luego el pan de muerto, todo esto para armar y confeccionar los preciosos altares que lucen resplandecientes en la mayoría de los hogares porteños.

También compramos el cacao y la leche evaporada para fabricar nuestro propio chocolate, asi como la canela y las almendras para darle un mejor sabor, las hojas soazadas de plátano para envolver los exquisitos tamales y en esta plaza hallamos también las calabazas, el fríjol de bejuco, los pipianes y el camarón seco para elaborar esos deliciosos platillos únicos por su exquisito sabor tan típico y tradicional de la cocina tuxpeña, que se elaboran en homenaje a Los Niños Difuntos.

La Plaza también se viste de gala con sus estrellas: las Conservas, sobre todo la de Cahuayote que solo por esta época del año, se consume, en menor grado, la de calabaza la
de papaya verde que es una delicia y la de ciruela. En el pasado también se vendían cuetes, de diversos tamaños y calibres desde los pequeños y los buscapiés asi como las palomas y los de carrizo que subían al cielo haciendo una atronadora explosión. Una nube de expendedoras del delicioso zacahuil se pone por las esquinas de la plaza para que todos podamos echarnos un tente en pié mientras compramos. El pan de muerto recientemente lo
traen de Tlaxcala, pero antes era el mas gustado el pan de rancho, es que se hace en hornos de barro y zacate, lamentablemente mucho de eso se ha perdido.

Ahora conocidas y destacadas panaderías de la ciudad han abierto también sus expendios en esta Plaza y nos ofrecen sus productos de excelente calidad y sabor. Curiosamente aquí no se vende ninguna carne ni tampoco la masa, productos tan necesarios para elaborar los tamales para los Difuntos Grandes, aunque en el pasado Ud. podía comprar las gallinas de patio y los guajolotes. Ahora, lamentablemente la Plaza se ha viciado, con otro tipo de comercios que se aleja y no es lo clásico de nuestra tradición y aquellos se relacionan con la venta de máscaras de terror, trajes para disfrazarte de bruja y todo lo relacionado con una festividad norteamericana que se llama Hallowen. Pero además copiándola, muchos niños –alentados por sus padres desde luego - esa noche salen disfrazados de brujitos y brujitas y andan de casa en casa pidiendo dulces y su Hallowen. ¡Que error tan grande! que falta de sentido tradicional de una costumbre tan nuestra, la cual debemos de respetar y fomentar desechando completamente lo que no es de nuestro país.

La Plaza es una gran festividad de color, se maravilla uno de ver los rojos oscuros del Diente de Léon, los dorados como el sol, de la Flor de Muerto, los púrpuras del Bolotillo y los olores del Copal semejando al incienso que se le tributaba al Niño Dios, el del Cacao ya hecho en bolitas dulces, el aroma inconfundible del de Pan de Muerto, pero lo que mas llama la atención es la gente, su alegría y su gozo para visitar esta Plaza tan tradicional, tan tumultuaria y tan caracteristica de nuestra ciudad.

Los días 1º y 2 de Noviembre se celebra la fiesta de Todos Los Santos y los Fieles Difuntos. Los cementerios se limpian del polvo y del olvido, y la gente lleva comidas, dulces y flores para sus muertitos, es el dia en que estos regresan a visitarnos.

En tiempos prehispánicos, los indígenas creían que la muerte tenia un vinculo con la vida, que la muerte no era el fin solo otro camino. Estas culturas rendían tributo a los muertos en distintas fechas del calendario, celebrando fiestas en su honor y llevándoles comida, bebida y ofrendas.

Con la llegada de los españoles a America y en su afán de evangelizar a todos sus habitantes, se manifestó una intensa necesidad de lograr la aceptación de la cultura española.

El 1 y 2 de noviembre, tal y como se hacia en España, fueron establecidos también en el Nuevo Mundo como las fechas para recordar a “Todos los Santos” y a “Los Fieles Difuntos”, en ese orden. El primero para recibir a todos los muerto que hubieran sido bautizados el segundo para el resto de los muertos.

Estas fechas habían sido instituidas en Europa por el Papa Gregory IV, y formaban parte de la religión católica.

De esta manera, la concepción que tenían los indígenas del cosmo y de la religión fue cambiada. Del Tlalocan y el Mictlan, quienes representaban el agua (la vida) y la sequía (la muerte), pasaron a creer en el cielo y en el infierno.

A pesar de esta dualidad, de lo bueno y lo malo, la muerte nunca significó el fin del camino
para los indígenas, pues para ellos la vida surgía de la muerte, asi lo expresaban en sus sacrificios.

La costumbre de la ofrendas fue retomada de los indígenas por el religioso Sebastián de Aparicio, quien en 1563 en la hacienda de Careaga, ubicada en el ahora Distrito Federal, colocó una ofenda hecha de los productos y las comidas que eran de la preferencia de los desaparecidos.

Parte fundamental del folclor del dia de muertos son las “Calaveras”, textos surgidos en nuestro país a finales del siglo XVIII y en los cuales entre versos y bromas sobre la muerte, se satirizan o se burla de los personajes políticos y populares de la época.

En México, existen pueblos donde se dejan las puertas de las casas abiertas desde el medio dia hasta la noche, se encienden incienso, se hace el pan de muerto y calaveras de azúcar, entre otros dulces, para celebrar esta festividad.

Son diversas las formas de festejar los muertos según la religión del país pero en todas se refleja como el mexicano se habla de tú a tú con la muerte, y como el recuerdo y el dolor por los que quedaron atrás se convierten en alegría y momento de reunión espiritual.

Este culto es una tradición que es parte de la identidad mexicana, el dia que reímos y jugamos con la muerte, quien nos trae de regreso a los que queremos y ya no están con nosotros para asi darnos un momento más, nunca el último.

martes, 27 de octubre de 2009

¿PERO REALMENTE EXISTIERON LAS TEPAS?

Obed Zamora Sánchez



*** Tradicionalmente en nuestra ciudad siempre hemos oído relatos de estas horribles criaturas que se aparecen al mediodía en los arroyos o en los cerros. Muchos aseguran haberlas visto. Ud .que cree?.
Veamos el relato de Roberto Wiliams de estas tremendas visiones. Un estudio muy cuidadoso de su significado. Realmente muy interesante, disfrútelo.



LAS TEPAS

Por ROBERTO WILIAMS GARCÍA

1960. Tuxpan estrena puente. Puente, pavimentación y nuevos edificios evidencian la transformación de este puerto pegado al río, cercano al mar. Las construcciones modernas dan la impresión de un correlativo y homogéneo bagaje cultural. Solo la impresión. No olvido los distintos estratos de cultura y discurro por calles paralelas a la principal, sin pavimento y bordeadas de casas de madera, donde quizá encuentre información sobre las tepas.

La noche propicia la platica en los rechinantes corredores, sin quebrarse de emoción la voz de las narradoras porque se sienten seguras, porque dicen que las tepas viven en los pueblos poblados comarcanos, en la soledad de los arroyos. Las tepas: mujeres horripilantes, de pelo zacatudo como mecate que se deshebra, cabeza alborotada. Versión que se encadena con otra, son gente antigua convertida en piedra y pueden salir en donde hay esculturas prehispánicas ocultas en el monte. Las versiones coinciden al señalar que las tepas se aparecen al mediodía para bañarse en los arroyos hechizando a los niños.
Reiteran que únicamente en los pueblos aledaños hablan de ellas: Álamo, Castillo de Teayo, Agua Fría,¡Tamiahua! El boulevard de Tuxpan conduce hasta la playa y por ella –Cuarenta 40 kilómetros de arena (frente al Golfo de México) se llega a la Barra de Corazones, en donde veloz lancha nos interna en la Laguna de Tamiahua. En el caserío pletórico de Chozas de Zacate, alineadas en calles estrechas, destacan, entre las construcciones modernas el muelle de concreto y la cooperativa de pescadores. Habitan la villa unos cinco mil habitantes ¡Han oído hablar de las Tepas!.




- Hace 4 noches se le apareció una a una niña, hace tres noches le salió una a otra niña. ¡Ya las están curando de espanto! Por eso no dejamos salir a las criaturas de noche. Detalle el que la pasó a Modesto, ese que vive también por la salida. Andaba borracho con un amigo y dice que venían alegando cuando de momento, vieron dos mujeres muy altas, Modesto que las sigue y se le desaparecen y le quedo una chiquilla de brazos. La carga y la lleva a casa de su hermana diciéndole “dame una cobija”. La hermana noto que tenia la chiquilla la cabeza muy china. “¿A quien le quitastes esa niña”, es que le dijo. “No aquí no me la dejes”. Que se la lleva; y en camino la niña hablaba. En secreto le decía al oído: “Ah, sinvergüencita, ya sabes hablar, pero no te dejo. Ahora te vas con mi mamá”. Tenía la cabeza aguada. “Mamá, aquí te traigo una niña”. Se la deja y sale a zurrar. Cuando de repente, la niña hizo un rutido y salio corriendo por el aire. Era duende. Modesto la siguió y su mamá tirada del susto. La misma mamá lo contó. De eso va a hacer un año.

- Apenas anoche salen por las orillas. Son aires. Llegan del monte; ahí están. La otra vez mi mamá fue al arroyo y vio una mujer que se estaba bañando; le pareció raro; y apenas la vio, que desaparece. Era tepa; no mas se recogió las trenzas y desapareció. A mediodía salen en los arroyos; andan buscando su comida. Cuando se les ve, hay que agarrar ramas y torcerlas, así ya no pasa nada.

Las tepas si existen en la ingenua credulidad de las conversadoras. Voy olvidando el sobrecogimiento de los caminantes que en el monte atribuyen cualquier ruido extraño a la acción de las tepas; olvido mientras mi rápida lancha regresa a la orilla del mar. Hienden la laguna los repetidos brincos de las lanchas: dagas que saltan brillantes en el crepúsculo tranquilo. En la playa, los esforzados pescadores arrastran sus barcas sacadas del mar. Algunos camiones esperan las redes. Las especies son seleccionadas por el tamaño, quedando desperdiciados grandes hacinamientos de pescado. El mar cabriolea, cabestrea. Camino a Tuxpan.

Tal vez mi tío Cenobio pueda resumir lo que he escuchado. Frente a Tuxpan en la margen derecha, se congrega Santiago de la Peña, pequeña población donde el vive desde su remota infancia.

- Solo los muy viejos han oído de esas leyendas; son como el espanto que algunos creen y otros no. Son especies de mujeres encantadas que salían antes en las subidas de los arroyos. Cuando bajaba uno, a mediodía en punto, le podía ir mal porque al salir le podía doler la cabeza en la tarde. Dicen que porque lo agarraban las tepas. Nadie las vio, todo el mundo las mentaba. Antes había muchos fantasmas… ¿Por qué ahora no dicen nada de eso?

En su confusión, mi tío intuye una realidad que no la puede definir; no logra establecer que el abismo entre la credulidad y la incredulidad en torno a estos seres sobrenaturales obedecen a una modificación del antiguo panorama cultural.

La afirmación sobre la existencia de las tepas no siempre es tan categórica. En Castillo de Teayo dicen:
- yo no creo en eso; antes si había, se oía hablar más de eso.
Y como si estuviesen ante la realidad, añaden:
- Es la mujer que agarra la sombra a alguien y tienen que barrerla para que se alivie. Coge la sombra al que se cae cerca del agua.
En el mismo poblado mestizo, el ganadero comenta despectivo:
- Es cuestión de ilusionismo. Luego se oye decir que alguien borracho se lo llevo la tepa. Mentira, que se lo van a llevar. Es como cosa del diablo que comete fechorías. Las tepas es lo mismo que duende.

Tales conversaciones circulan en la cuenca del río Tuxpan, especialmente en poblados donde han desaparecido los idiomas indígenas. En un pueblo nahua de esta región, Ixcatepec, a las tepas también las llaman tlaltepas.

¡Tepas! ¡Tlaltepas! Coro de relatos que me animan a buscar un solo concepto que sustente la creencia, a establecer un orden en la plétora de detalles que naufragan en las conversaciones: pelo zacatudo, cabeza alborotada, cabeza china; códices en que aparece el dios de la tierra, Tlaltecuhtli, con el cabello encrespado.

¿Puede ser que las tepas sean simple, sencillamente, una manifestación de la diosa Tierra?

La voz Tlalticpac, parecida a tlaltepas significa en los viejos vocabularios el mundo o encima de la tierra. Tlaltepas es el mundo donde habitamos, el que vemos la tierra donde sufrimos y amamos. Tlaltepas o tepas es la tierra personificada. Tepas son manifestaciones de la tierra. Lo insinúan las conseja, lo precisa la palabra, lo sugiere la descripción. Pero en las conversaciones también asocian a las tepas con el agua. La visión surge en las pozas, en los arroyos. El tipo de cabello simboliza los meandros de las corrientes. Las tepas son una manifestación del agua, del agua yacente en la tierra. Descarto la idea de que representen particularmente al agua de la superficie terrestre porque brotan al anochecer en los aledaños de los poblados y en los arroyos, solo a mediodía. La gente cree que es a mediodía “cuando el sol descansa un poco”. El sol era el dios opuesto a la tierra y su ausencia, a la hora de su “siesta” y a la hora de su ocaso, propicia la manifestación de la tierra en aires que tienen forma de mujeres.

Cuando a las doce del día se interna una mujer en el monte, rumbo al arroyo distante, con su cántaro vacío, a la hora en que el sol causa sopor, puede sucederle algo y quizás contarlo:

- Caminaba por la vereda. Los murmullos surgieron de la arboleda, del camino, de muchas pares, sobre todo del manantial. Quede rodeada de más y más murmullos, vueltos señoras blancas, horribles, feas. Murmullos y mujeres me envolvieron en una nube, arrastrándome sin cesar, sin saber donde, llevándome aprisa en un instante rápido. Mujeres blancas de pelo enmarañado, girando como aire vertiginoso. Me llevaban. Rece, rece. Las oraciones me salvaron. Fueron tepas.

Semejante efecto puede sentirse en los montes que ocultan esculturas prehispánicas, porque las tepas son gente antigua convertida en piedra, sin que ello quiera decir que las esculturas las representen. Tal vez en algún sitio de esta región figuren plásticamente. Tal vez su imagen tendría el mismo aspecto de fealdad que una cabeza surcada de profundas circunvoluciones y rostros con mascara bucal de forma atigrada, mascara que sugiere a los arqueólogos la tierra y mas bien a Tlaloc. Cabeza de otra región; para mi, imagen de la tierra; de aspecto horroroso, el mismo con que han de ver a la manifestación de la tierra en la región de Tuxpan, porque las tepas causan temor, producen angustia, pueden capturar al hombre, apoderarse de su alma, de su sombra, con peligro inminente de llevarlo a su seno, a la tierra, de donde proceden, de donde brotan estas manifestaciones vaporosas, según cree la gente de la cuenca de Tuxpan.


La creencia sobre la aparición del espíritu de la tierra no es privativa de un solo grupo étnico. Estuvo generalizada en el pensamiento indígena bajo el nombre de tepa, en la región tuxpeña, Huasteca antes, después nahua. Aquí, seguramente el primitivo nombre de este ser sobrenatural fue sustituido por la denominación nahua tal y como quiere ahora ocurrirle a la voz tepa, al irse confundiendo su significado con el de la palabra duende, vocablo de la cultura occidental, que podría prevalecer cuando se llegue a olvidar la voz que produce sobrecogimiento e inquietud: tepa. Aunque, al margen de los hombres, seguirá creyéndose que algo impalpable y desconocido, un trasgo, surge repentino en el lecho de los arroyos o en las afueras del poblado cuando anochece.

*** Nota del Cronista: La Sra. Dora Guzmán vecina del kilómetro 27 de la carretera Tuxpan – Tampico, me informó que no recuerda muy bien, “pero al parecer era mediodía cuando regresaba de su servicio religioso, en la carretera que va a la Alajuela, se le aparecieron unos entes horribles al cruzar un arroyo y a los que ella consideró unos demonios. Comentó que siempre se ha sabido que cuando uno lleva niños y cruza esos arroyos las tepas, jalonean a los niños”… Hace muchos años recuerdo el relato de Roberto Garamendi que siendo niño y jugando al mediodía en el centro vecino a su casa, vió la horrenda visión de una mujer de pelo largo y enmarañado enterrada en el suelo de la mitad hacia abajo que le llamaba con sus brazos. La visión fue terrible para el niño porque era una cara desagradable como de demonio. Lo recordaba vívidamente…



REFERENCIA BIBLIOGRAFICA

DANZAS Y ANDANZAS. (Etnología) Roberto Wiliams. Gobierno del Estado de Veracruz. Instituto Veracruzano de la Cultura 1997.- Páginas 224-229

Comunicación personal, Sra. Dora García,Habitante de la Alajuela Temapache.

PIES DE LAS FOTOGRAFIAS

1.-Viñeta de una Tepa
2.- Roberto Wiliams García Destacado Antropólogo recientemente fallecido
3.-Tamiahua aun sus pobladores ven las Tepas
4.- El parque con su jardín en Castillo de Teayo. Muchos de sus habitantes no salen al mediodía por donde cruzan los arroyos por temor a que les salgan las Tepas.
5.-Sra. Dora Guzmán se le aparecieron las Tepas por La Alajuela

viernes, 21 de agosto de 2009

LA RUTA HUAXTECA DE HERNAN CORTES




  • Después de la conquista de la Huaxteca, ¿Pasa Cortés por Tuxpan?




  • Pasajes desconocidos de la vida del conquistador




  • La Malinche es Veracruzana






Es indudable que Hernán Cortés es un personaje extraordinario de los siglos XVI y XVII, reconocido como el más grande conquistador de los tiempos modernos; es un símbolo y un antisímbolo de la historia, tanto en las actitudes ideológicas, como emotivas de cuantos en México consideran que las acciones del conquistador tuvieron mucho que ver con el destino de nuestro país.[1]
Hernán Cortés nace en Medellín (Extremadura, España), en 1485 y muere a los 63 años en Castilleja de la Cuesta, muy cerca de Sevilla en 1547. Hijo del capitán Martín Cortés y Catalina Pizarro Altamirano. De familia noble pero pobre, lo mandan con muchos sacrificios a los 14 años para estudiar latín y jurisprudencia a la Universidad de Salamanca, carreras que nunca terminó; arruinado después de estar en la región de Valencia por un año, decide partir a América para probar fortuna y se embarca, nuevamente con el apoyo de sus padres, en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz (en el sur de Andalucía), en el año de 1504 hacia lo que hoy es Santo Domingo y que en aquella época, se conocia como la isla de “La Española”, donde recibe de un pariente suyo, el Gobernador Nicolás de Ovando, una encomienda y la escribanía del Ayuntamiento de Azúa,[2] viviendo con relativa holgura.

Para 1511 tiene una primera relación militar con Diego Velásquez de Cuellar, conquistador de Cuba, quien después de acciones de combate le otorga una encomienda, ganado y casa en el oriente de la isla. Enamora y seduce a Catalina Juárez Marcaida “La Marcaida” y no quiere casarse con ella y Velásquez lo encarcela argumentando que Cortés conspira contra él, pero se sospecha que fue porque Catalina era su cuñada. Al fin lo deja libre y Cortés se casa con Catalina y Diego le nombra Alcalde de Santiago de Baracoa en 1518.
Las asombrosas noticias de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva sobre la existencia de nuevas tierras al oeste de Cuba -muy ricas en oro y plata- propiciaron que Diego Velázquez de Cuellar, siendo ya Gobernador de la isla y deseoso de extender los dominios de la corona española, armara la tercera expedición (la primera y segunda fueron hechas por los citados Hernández de Córdoba y Grijalba) para la exploración y conquista de estas nuevas tierras, nombrando a Cortés jefe de la misma con la misión de buscar a Grijalba, tomar posesión del país descubierto, imponer la fé cristiana, obtener el oro y rescatar a algunos cristianos cautivos de los indios.

Cortés salió de Santiago el 18 de noviembre de 1518, se equipó de provisiones, armamento y hombres en Trinidad y la Habana.

Velázquez sospechó una posible huída del extremeño y trató de detenerlo revocándole la licencia, pero Cortes en franca rebeldía abandonó la isla el 10 de febrero de 1519 y llegó a Cozumel el 18 del mismo mes iniciando así su mayor hazaña que culminaría con la toma de México-Tenochtitlán el 15 de agosto de 1521.

Cortés fue un hombre multifacético, conquistador famoso, estratega genial en hechos de guerra, descubridor, diplomático, político y además cronista de sus propias hazañas según lo relata en sus Cartas de Relación a su Rey.

Hay algunos datos que revelan no solo su personalidad como soldado y en un momento (o en muchos), como un hombre cruel y despiadado, basta recordar la matanza de Cholula, la del Templo Mayor, el tormento y sacrificio de Cuahutémoc y numerosos nobles mexicas, el exterminio de la población indígena de la región de Pánuco, así como la quema en vivo de sus principales caudillos.

Paradójicamente, tuvo dotes notables que lo hicieron concebir un programa de Ordenanzas de Buen Gobierno, que si hubieran sido aplicadas correctamente, habrían dado el rumbo original a la colonización Europea en México y Centroamérica.

Pocos saben de su protagonismo como empresario, ganadero, minero y gran negociador. Además, en su momento, libró una pelea con los franciscanos que le pedían destruir todos las imágenes veneradas por los mexicanos y el no se los permitió para tratar de conservar la memoria de una gran parte de esta civilización. De la misma forma, tuvo serios problemas con los encomenderos por tratar de que muchas de las tierras que a ellos se les adjudicaron, pasaran nuevamente a propiedad de los indios. Situaciones que no pudo vencer.

Desde luego que sabemos que la presencia del conquistador y sus ejércitos alentaron el mestizaje, con los matrimonios de sus capitanes con nuestras indias, -incluido él mismo, quien tuvo de amante a Malintzin, con la que procreó a un hijo, Martín- y tuvo también a Izcaxóchitl –Flor de Algodón- la mas bella hija de Moctezuma, y un ramillete de niñas mexicanas muy agraciadas, muestra de ello es plasmado magistralmente por José Clemente Orozco, -uno de nuestros grandes muralistas- en las paredes de la escalera del Colegio de San Ildefonso.

Cortés tuvo un verdadero harén, integrado por españolas, indias, negras y mestizas. La controversia más importante en relación con sus innumerables mujeres, es la muerte de su primera esposa Catalina Juárez en Coyoacán. Peleaban constantemente y ella ya le había dicho a una amiga: “Ay señora, algún día me habéis de hallar muerta en la mañana”.

La noche de Todos los Santos de 1522, Cortés pidió ayuda a gritos porque Catalina, su esposa, estaba muerta. Tenía marcas leves en el cuello, un collar roto y su cama mojada de orina. Presuntamente fue estrangulada de forma accidental (?) por Cortés. Lo que se sabe[3] es que esa noche los esposos discutieron excesivamente a consecuencia de los celos de Catalina por las frecuentes relaciones extramaritales de Cortés, ella sufrió un infarto y Cortés trató de reanimarla sacudiéndola y fue así como se presentó este escenario. No obstante, no hay nada definitivo que aclare esta muerte.

Volviendo un poco atrás, cuando Cortés desembarca por primera vez en Tabasco y después de librar las primeras batallas con los indígenas, quienes fueron derrotados al mando de Pedro de Alvarado, y posteriormente haber entregado a los prisioneros indígenas, Cortés recibe de ellos muchos presentes dentro de los cuales se encuentra la indígena Malitzin, Malinche, Doña Marina.

MALINZTIN (LA MALINCHE)

La Malinche nació en Oluta, al sur del Estado de Veracruz, casi en los límites con el estado de Tabasco. Noble hija de un cacique del lugar, el señor de Painala, el cual, teniéndole en sus brazos después de haber sido bautizada con un ritual indígena por su abuela como Malinalli, le dijo estas hermosas palabras:
“-Aquí estas mi hijita, la esperada por mí, la soñada, mi collar de piedras finas, mi plumaje de quetzal, mi hechura humana, la nacida de mi. Tu eres mi sangre, mi color, en ti esta mi imagen, Mi muchachita, mira con calma, he aquí a tu madre, tu señora, de su vientre, de su seno, te desprendiste, brotaste. Como si fueras una yerbita así brotaste. Como si hubieras estado dormida y despertado. Ahora vives, has nacido, te ha enviado a la tierra el señor nuestro, el dueño del cerca y del junto, el hacedor de la gente, el inventor de los hombres.
Hija mía, vienes del agua y el agua habla. Vienes del tiempo y estarás en el tiempo y tu palabra estará en el viento y será sembrada en la tierra. Tu palabra será el fuego que transforme todas las cosas. Tu palabra estará en el agua y será el espejo de la lengua. Tu palabra tendrá ojos y mirará, tendrá oídos y escuchará, tendrá tacto para mentir con la verdad y dirá verdades que parecerán mentiras y con tu palabra podrás regresar a la quietud, al principio donde nada es, donde nada está. Donde todo lo creado vuelve al silencio, pero tu palabra lo despertará y habrás de nombrar a los dioses y habrás de darles voces a los árboles y harás que la naturaleza tenga lengua y hablará por ti lo invisible y se hará visible en tu palabra. Y tu lengua será palabra de luz, pincel de flores, palabra de colores que con tu voz pintarás nuevos códices”[4]

Es indudable que sin la palabra de Doña Marina la Conquista no se hubiera hecho. La buena suerte de Cortés al encontrar una intérprete que hablase Maya y Nahuatl al mismo tiempo y más adelante el español, le permitió conocer ampliamente la situación política. militar y social de la tierra por conquistar.
Por azares del destino Cortés encuentra a esta bellísima india veracruzana y todo el gran acontecimiento de la Conquista ya esta sobradamente escrito.

PASO DE CORTES POR LA REGION

En su cuarta carta de relación dirigida a su Rey el Emperador Carlos V, Hernán Cortés narra la Conquista de Pánuco y una gran parte de nuestra Huaxteca. Exagera en cuanto a este triunfo y le oculta completamente la matanza ocurrida en la región de San Isidro Montes de Oca, cuando envía a Gonzalo de Sandoval con suficiente tropa y 30 mil guerreros para masacrar a 60 gobernantes y aproximadamente a 400 nobles a los cuales quema vivos para escarmiento de todos los ahí presentes en ese sitio llamado Tenextépec, con el objeto de reprimir la defensa de esta región en contra de los invasores.

Cortés funda el 23 de Diciembre de 1522 la Villa de Santiesteban del Puerto -hoy Pánuco- y cuando retorna al altiplano con cuarenta mil guerreros al mando de su aliado Ixtlixochitl,[5] no lo hace por el camino que siempre utilizaban que era el de Huejutla-Meztitlán, sino que cambia de rumbo y se dirige a la región de Tzicoac, vecina del distrito de Tuxpan, utilizando el camino más cómodo de San Isidro Montes de Oca y Tuzapán bajando por Tenextépec y definitivamente no pasa por Tuxpan (Tabuco) que le queda a un lado. Para esas fechas Tabuco-Tumilco prácticamente no existía, pues fue diezmado por la conquista de fines del siglo XV de la Triple Alianza y después por la conquista de México a inicios del siglo XVI, de tal manera que realmente no tenía porque pasar por aquí aunque existía el camino hacia Cazones y Papantla para subir al altiplano por la zona serrana del norte de Puebla, como posteriormente lo hicieron los arrieros que originaron un comercio floreciente con Tuxpan cuando ya estaba establecido en su margen izquierda como pueblo, a mediados del siglo XVIII..

EL PEREGINAR DE UN SEPULCRO
Hernán Cortes murió en el Palacio de los Duques de Montpensier, en Castilleja de la Cuesta, en 1547, que pertenecía a un edil del Ayuntamiento de Sevilla amigo suyo, -el Jurado Rodríguez-, quién lo invitó a su casa para reponer su salud y paradójicamente encontró la muerte. Contaba con 63 años, era pobre y hasta cierto punto fue deshonrado por la Corona de España porque aunque recibió en su momento de manos de Carlos V el título de “Marqués del Valle de Oaxaca”, no tuvo los honores fúnebres correspondientes a su labor de conquistador de México. Fue enterrado en la Iglesia de San Isidro del Campo[6] y de ahí se supone que fue exhumado y llevados sus restos a Toledo y a Madrid.

En el patio del Palacio de los Duques de Montpensier, -donde murió Cortés- hay una tumba que lleva inscrito el nombre “Cordobés”, y se preguntarán ¿quién es cordobés, si Cortés es Extremeño?, pues ni más ni menos que su fiel caballo, aquel que lo acompañó y le salvó la vida en la Noche Triste Mexicana.

A Cortés se le buscó en el cementerio de Medellín en Badajoz, Extremadura, pero no se encontró nada.

Poco antes de morir, -pobre, viejo (para su época) y empeñado-, gritaba que quería volver a México para morir aquí.
Dos tumbas tuvo en España, ignoramos en donde esta la segunda después de la de San Isidro del Campo. Finalmente sus restos llegan a México en 1567, en donde igualmente no podrá reposar en paz. Durante cinco siglos lo que queda de su cadáver ha andado a “salto de tumba” ni la tumba de Stalin ni la casa natal de Hitler han sufrido una persecución igual. Tuvo varios entierros en el Distrito Federal, por temor a que sus innumerables enemigos y detractores destruyeran su tumba. Se dijo en un principio, que estaba en el Convento de San Francisco de Texcoco, y así fue durante 62 años exhumándolos junto con los restos de su nieto Pedro Cortés, y de nuevo inhumándolos en el convento de San Francisco de la Ciudad de México en 1629 ¡protegidos por 87 años por una tela de hierro! El Convento fue remodelado y los restos de Cortes pasaron por 87 años más a la pared posterior del retablo mayor de dicho convento y para sorpresa de todos mal escondidos.

Los deseos de Cortes antes de morir, eran que quería ser enterrado en la iglesia contigua al Hospital de Jesús fundado por él. Así que en 1791 el Virrey Revillagigedo mandó a construir un mausoleo en esa iglesia, era un obelisco de siete metros de altura con el escudo y el busto del conquistador. Lo que quedaba de Cortés fue trasladado con gran pompa y la oración fúnebre la dijo Fray Servando Teresa de Mier, defensor del ideal de la independencia. Como ven la historia tiene sus incongruencias.

Pero ahí no acaba este peregrinar óseo, porque diez y seis años después, México inicia la Guerra de Independencia. En 1823 se armó un escándalo con motivo de la honra de nuestros héroes patrios ya que algunos habían comparado a Hidalgo y a Morelos con Hernán Cortés, situación que enfureció a la mayoría, quienes amenazaron con ir a la Iglesia del Hospital de Jesús, a escasas cuadras del Zócalo capitalino, para destruir el citado mausoleo y profanar sus restos mortales. Con el ambiente caldeado, la noche del 15 de septiembre de 1823, el capellán de la iglesia decidió trasladar los restos de Cortés a un lugar secreto y seguro, escondiéndolos debajo de la tarima del altar y destruyó igualmente el mausoleo.

El féretro estaba en un lugar extremadamente húmedo y nuevamente en 1836, secaron los huesos de Hernán Cortés para trasladarlos directamente al Hospital de Jesús sin ninguna pompa ni ceremonia, ni procesiones ni campanas. ¡Pero insólito! Dos meses después los volvieron a sacar para pasarlos al sitio en donde esta ahora el altar del Templo. El traslado fue totalmente secreto. Así después de ocho entierros, se difundió el rumor de que el ataúd había sido enviado a Italia con los Príncipes Pignatelli descendientes de Cortés. Sólo así la polémica se sosegó, los ánimos se calmaron. El secreto fue extremadamente conservado por más de un siglo hasta el resurgimiento de la República Española en 1946, cuando el embajador republicano Juan Nicolás de De Owen sacó una copia de la última acta notarial del entierro de Cortés y además la hizo pública. ¡Otra vez los huesos de Cortés fueron a parar nuevamente al Hospital de Jesús! Para colmo de esta macabra situación nadie sabía quien tenía la llave para abrir el féretro. El brillante historiador Lucas Alamán fue su poseedor en el siglo XIX, después su hijo y en el siglo XX su nieto al que tuvieron que localizar por la dichosa llave que toda mohosa pudo abrir tan famosos restos. Por siete meses permanecieron en el hospital y al fin nuevamente el 9 de Julio de 1947, fueron llevados por órdenes del General Manuel Ávila Camacho, entonces Presidente de la República, al Templo de Jesús contiguo al Hospital[7]. Ahí se encuentran actualmente y finalmente Hernán Cortés encontró la paz.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ü 1.-Bennasar, Bartolomé. “El Caso Hernán Cortés un Misterio por Resolver”. P.p 77-87 Revista Clío, año 5 Nº 53, 2006. Barcelona, España.
ü 2.- Cortés, Hernán: “Cartas de Relación” Cuarta Carta p. 308. Crónicas de América. Ediciones y Distribuciones Promo Libro 2003.
ü 3.- Fuentes, Carlos. “El Naranjo”. Ed. Suma de Letras 2,000
ü 4.- Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM. “Bernal Díaz del Castillo. Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España”. -. Madrid 1982.
ü 5.-Melgarejo Vivanco, José Luís.- “En los Lienzos de Tuxpan”. P.p. 44,45. Ed. La Estampa Mexicana 1970
ü 6.- Pereira, Manuel.- “El Sepulcro Peregrino”. Revista Día Siete. P.p. 46, 57- Abril 2003.
ü 7.- Varios Autores: “Cortés Hernán”. Enciclopedia de México. P.p. 1848-1851- 1954.

REFERENCIAS ELECTRONICAS

ü 1.- http://www.fuenterrebollo.com/Historia/hernan-cortes.html.%20Junio%20de%202007.

PIES DE LAS FOTOGRAFIAS

1.- BUSTO DE HERNAN CORTES EN EL ARCHIVO DE INDIAS DE SEVILLA.
2.-PALACIO DE LOS DUQUES DE MONTPENSIER EN CASTILLEJA DE LA CUESTA, SITIO EN DONDE MURIO CORTES EN 1547.
3.- MOCTEZUMA ES HECHO PRESO POR LOS ESPAÑOLES QUE LE PONEN GRILLETES.
4.-LA ENTRADA DE CORTES A TENOCHTITLAN EN 1519.
5.- MAPA TRIBUTARIO EN EL QUE HIPOTETICAMENTE SE TRAZA LA RUTA DE CORTES EN LA HUASTECA A SU REGRESO DE LA CONQUISTA DE PANUCO.
6.-LA RUTA DE CORTES DE VERACRUZ HACIA LA CONQUISTA DE TENOCHTITLAN.
7.- HERNAN CORTES
8.- HOSPITAL DE JESUS DE LA CIUDAD DE MEXICO. EN SU IGLESIA CONTIGUA SE ENCUENTRAN ACTUALMENTE LOS RESTOS DE HERNAN CORTES.
9.- DOÑA MARINA (LA MALINCHE) Y HERNAN CORTES.


[1] Miguel León Portilla. Cortes y La Mar del Sur. 2105
[2] .- La Secretaría del Ayuntamiento de esta ciudad.
[3] Hugh Tomas
[4] Malinche. Laura Esquivel. Pág. 15-16. Santillana Ediciones Generales 2006
[5] Príncipe tezcocano.
[6] VER El Noreste de Poza Rica Entrevista con Mauricio Domínguez Ex Jefe de Protocolo del Honorable Ayuntamiento de Sevilla. Abril 2 de 2006
[7] En la Avenida 20 de Noviembre del Centro Histórico de la ciudad de México

viernes, 14 de agosto de 2009

TENECHACO: ESTERO DE LOS CUATRO PUENTES…


El estero de Tenechaco es un hermoso sitio al que lamentablemente no se le ha prestado la menor atención. Con un paisaje exuberante Ud. puede navegarlo por casi 4 kilómetros desde su desembocadura al Río Tuxpan y hacia arriba, cerca de la congregación del Remate, en donde nace con la afluencia de un par de arroyos.

Hace muchos años Pedro del Angel Sánchez el famoso y carismático personaje típicamente tuxpeño, mas conocido como “Pedro Paquete”(+), que fuera Diputado local y al que todo mundo le decía Chatito, organizó una campaña para rescatarlo, para limpiar sus orillas, rastrear su fondo muy contaminado y retirar los innumerables drenajes que ahí desembocan. No encontró eco. Ya no digamos entre las autoridades locales, sino ante nosotros, los habitantes de nuestra ciudad, que con la sempiterna apatía que nos caracteriza no vemos ni luchamos por nuestro patrimonio tan bellísimo que la naturaleza nos obsequió. Queremos que todo lo haga el Gobierno y no nos organizamos en comités, patronatos o asociaciones para el rescate de no solo de nuestro río por ejemplo, sino en este particular y precioso lugar que es el Estero de Tenechaco.

A pesar de la falta de voluntad política para su rescate, y de la eterna contaminación que nosotros mismos le ocasionamos, el Estero de Tenechaco, ahí está con su hermoso trayecto casi siempre verde, lleno de una llamativa vegetación tropical, en espera de que algún dia sea un atractivo turístico que a no dudarlo tendría el éxito asegurado.

Imagínenselo libre de drenajes, bien limpio, con recorrido de lanchas llenas de turistas locales, regionales y nacionales que formase parte de una excursión por nuestro río. Con restaurantitos al aire libre, cafeterías, tienditas de artesanías locales que no las tenemos, ni nos preocupados por tener. En fín no se nos ocurre que todo ello sería de gran beneficio para Tuxpan con un paseo más para nuestras familias. Vean el ejemplo de San Antonio, Tex. Con un esterito, la mitad de chico que el nuestro lleno de turismo, con lanchones adecuados para su recorrido, luces, mariachis, tiendas etc. ¿No es un ejemplo para seguirse?

Lo interesante de su historia es que al través del mismo, se le han construído hasta la fecha ¡cuatro puentes! Uds. verán en una de nuestras imágenes un primitivo puente de madera. Por ahí pasaba a fines del siglo XIX y comienzos del XX el tranvía de mulitas y los ejércitos revolucionarios. La población ya no sabía si eran carrancistas o villistas, pero eso si todos eran una soberana calamidad para el saqueo, la violación, el asesinato y la prepotencia, además de la ruina para la ciudad –para eso sirvió la tan cacareada Revolución Mexicana, para seguir igual que antes, los pobres sin salir de su estado y los ricos muy ricos, son ahora la elite empresarial de alto nivel y desde luego los políticos, con sus contadas excepciones- Pero perdónenme la disgresión porque este tipo de análisis no me compete. Se lo dejo a mis colegas columnistas de asuntos de este tipo.

Y pasando a sus puentes vamos a enumerarlos en orden de su construcción.

EL PUENTE TENECHACO UNO.

En agosto de 1926 se formó un grupo que fue histórico por su decidida participación para el desarrollo y progreso de la ciudad. Eran unas señoras con un alto sentido de servir a Tuxpan y su finalidad principal era pugnar por la construcción de la carretera México Tuxpan, que desde luego no existía. Su mesa directiva estaba constituida por las señoras: Lucía Deschamps Viuda de Salicrup, Marina Camacho Viuda de Alcocer y Delfina Castillo como Presidente, Secretaria y Tesorera., Además doña Maria Luisa Guim que era la Presidenta de su Comité Ejecutivo y la Sra..Eloísa Quiroz de Montiel. Este grupo se unió a otro Comité que se formó en 1928 con la finalidad de construir el Puente de Tenechaco para unir a la ciudad con el Barrio de Zapote Gordo. No había puente que uniera a ambas partes de la ciudad. Se cruzaba en esquifes (botes de remos). La Junta de Caridad y Pavimentación cuyo presidente era don Alfredo de la Fuente, el General Alberto Zuno Hernández (quien fuera padre de la “compañera” la señora Doña Maria Esther Zuno de Echeverría) el Teniente Coronel Salvador Zarzoza y el Administrador de la Aduana Marítima el señor Ramírez de Arellano, eran los integrantes mas importantes de este comité, los cuales ante una gran asistencia se reunieron en el Cine Castillo constituyeron el grupo denominado “Pro Embellecimiento de Tuxpan” siendo la prioridad la construcción de este puente de acero que se mandó a hacer a Monterrey bajo la supervisión del Ing. Orestes Chena.

La mano de obra estuvo a cargo del 4º. Regimiento de Caballería destacado en Tuxpan y cuyo Comandante era el citado General Zuno Hernández y el Segundo Comandante era el Teniente Coronel Salvador Zarzoza Verástegui, el cual se casó con la tuxpeña Lucha Chao.

Como se ve en las nítidas imágenes que nos envió el Ing. Alfonso Zarzosa Chao, tuxpeño radicado en México, el puente quedó chico y hubo que hacer un muro para que uniese bien la orilla que comunicaría con el barrio de Zapote Gordo a nuestra ciudad. .El Ingeniero Foncho Zarzosa –egresado de la Escuela Secundaria y de Bachilleres Manuel C. Tello- fue muy famoso en los años 50 y 60, por ser un extraordinario baterista, de la orquesta de Ingieneria de gratos recuerdos en México y desde luego en Tuxpan, Más adelante fue una de las mejores voces del grupo “Vocalistas de México” en donde además de ser solista, tocaba la guitarra.

El puente fue inaugurado en 1930 y a los seis meses sufrió un terrible embate con la inundación provocada por el ciclón que asoló Tuxpan en ese año. Pero la estructura ha resistido como lo ha hecho en las inundaciones de 1955 y 1999. Y ahí lo ve Ud. idéntico. La mejor reparación que se le hizo fue en la administración de Jaime Zapata Vázquez. Que lo tuvo cerrado meses, pero al fin quedo nuevamente en buenas condiciones.



EL PUENTE TENECHACO DOS

En 1950 corrían ya locomotoras que comunicaban a Tuxpan con la Guadalupe en el Municipio de Álamo (a 83 kilómetros) en la primera fase que con gran esperanza y entusiasmo, veíamos los tuxpeños por la construcción del Ferrocarril que nos uniría a H

oney en Puebla y desde ahí a la ciudad de México. Por ello se construyó este puente Tenechaco Tres, que ahora une el Libramiento López Mateos de norte a sur, y se encuentra entre la nueva Terminal de Autobuses de la ciudad y un conocido hotel campestre de nuestro puerto.

El proyecto del Ferrocarril Mexico Tuxpan como ya lo hemos comentado en estas mismas páginas hace unos meses, fue un fracaso. El tramo de vía construído, fue utilizado para traer la piedra de la Guadalupe y con ella hacer las escolleras en al programa del Gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, llamado “La Marcha hacia el Mar” que también fue un soberano fracaso. El proyecto pasó de la Secretaria de Comunicaciones a la Secretaria de Marina y ahí llegó a su fín. La vía se levantó quedó el terraplén que ahora es el libramiento López Mateos el cual esta inconcluso. Es una magnifica vía alterna para el desahogo del trafico pero lamentablemente esta aún sin terminar su pavimentación.

Este puente está deteriorado y debe de repararse lo más pronto posible.

PUENTE TENECHACO TRES

Este puente se construyó en los años 60 del siglo pasado. Fue para continuar la vialidad proveniente del Puente Tuxpan que cruza nuestro río y que proviene del centro y sur de México hacia Tampico y viceversa. En la administración de Gustavo Greer Becerra dentro de su magnifica obra pública lo hizo de dos carriles y mejoró su asentamiento, con una inversión de tres millones setecientos mil pesos. En la desembocadura o en la entrada del Estero, comunica el norte y el sur de la ciudad, al través de nuestro único Boulevard. Tiene un intenso tráfico y fue notablemente reforzado por ello.

EL FLAMANTE PUENTE TENECHACO CUATRO

Le he hecho la propuesta al H. Ayuntamiento que preside el Dr. Jerónimo Folgueras Gordillo, que este puente lleve también el nombre del General Manuel Chao Rovira, en base a los grandes méritos de este ilustre tuxpeño que fue uno de los mas destacados generales de la División del Norte, Gobernador de Chihuahua y del Distrito Federal y encabezó el derrocamiento de la dictadura de los Rojas en Costa Rica en donde se le venera como un héroe nacional y aquí en Tuxpan este en el olvido… este puente se construyó con la finalidad de desahogar la vialidad tan comprometida cuando el Boulevard se obstruye por tanto desfile, procesiones, actos políticos (¿porque no se usa el Auditórium de usos múltiples que construyó la administración municipal del Lic. Crisóforo Hernández Cerecedo?) y cuanto se le ocurre a medio mundo para cerrarlo, sin ponerse a pensar en el enorme daño que se le hace a la economía comercial de la ciudad y sobre todo a su infernal y caótica vialidad.. Comunica a la calle Libertad con una pequeña calle – sin nombre a pesar la propuesta del Cronista para que se le designe Manuel Chao Rovira –que pasa frente al vivero y dos importantes centros escolares y la une a la Avenida Revolución para salir al Libramiento López Mateos. Es un bonito puente muy bien iluminado con farolas de tipo francés que amerita siempre un buen mantenimiento.

El puente Tenechaco Cuatro, se construyó en la administración del expresidente municipal Lic. Octavio Greer Becerra. Everardo Gustin fue el constructor conjuntamente con el Ing. Marcelo Ruiz, la estructura fue de trabes y al acabarse se pavimentó totalmente y se complementó con la pavimentación de las calles que desembocan al citado puente y que pasan por la Escuela Técnica 76 y el Cetmar. Su costo total, pagando afectaciones fue de casi 10 millones de pesos.

El puente a su vez es importante además porque cuando ocurren las Ferias en el Campo de la Asociación Ganadera, antes llamado Damián Carmona el tráfico es verdaderamente explosivo y esta vía lo hace mas fluido.


REFERENCIAS:

Monografía de la Ciudad de Tuxpan. Dr. Zózimo Pérez Castañeda & Angel Saqui del Angel. Págs. 139-140. 1955
Ing. Alfonso Zarzoza Chao Comunicación Personal.Grupo “Masedades” Comunicación Personal.

lunes, 10 de agosto de 2009

PERSONAJES TIPICOS DE TUXPAN: TURRON, TURRON…


  • La historia de un personaje típico de Tuxpan.
  • Murió casi centenario con su tablero y su pequeña hacha
  • Despacha turrón por toda la ciudad.

    Todos los que tenemos la fortuna de vivir en este rincón de México, con un paisaje exuberante, un río que serpentea el corazón de la ciudad, amaneceres esplendorosos, y ocasos resplandecientes de vivos colores, disfrutamos también de los personajes típicos que cotidianamente vemos, los apreciamos y los sentimos muy nuestros; personajes que el tiempo ha vencido, que nunca volverán pero que han quedado en nuestros recuerdos infantiles, por varias generaciones.

    Para todos era una grata sorpresa que cada principio del mes de noviembre, coincidiendo con las fiestas de Todos Santos y los Fieles Difuntos, aparecía mágicamente la figura de un ancianito muy querido por todos, que cargaba una charola de madera con su tijera, una campanita y unas pinzas además de una singular hachita tan antigua como él, la que servía para cortar una de las más ricas y dulces tradiciones de nuestra ciudad: el Turrón.

    Ese ancianito era D. Pedro Hernández Albino.

    Nacido un 13 de mayo de 1906 por el rumbo del panteón viejo, en el número 51 de la calle Galeana, D. Pedro de niño acudió a la Escuela Cantonal Miguel Lerdo de Tejada, sus primeros dos años, ya que el tercero y cuarto los hizo en la Escuela Enrique C Rebsamen, que entonces se encontraba por las calles del Infiernillo y Zaragoza; esta calle del Infiernillo, después se llamó “De las Artes” y ahora lleva el nombre del ilustre médico de Huitzizilco, Chicontepec: Dr. Zózimo Pérez Castañeda; esta escuela se cambió a finales de los años 40 del siglo pasado, al legendario Barrio de la Concordia en Escobedo y Allende, convirtiéndose en un Centro Escolar donde ahora finalmente se encuentra. Don Pedro recordaba que atrás de la original Escuela Rébsamen, en el callejón de Churubusco, los niños disfrutaban en el recreo de las delicias de la famosa panadería de las Iglesias. Jugaban en todo ese barrio incluyendo el de la Bomba cuadras atrás, llamado así porque había un pozo muy grande del que se bombeaba su agua hacia la Fábrica de Hielo La Constancia de D. Antonio Álvarez Pancardo que estaba en la calle principal y la calle Hernández y Hernández, cuyo edificio actualmente existe y es considerado un monumento histórico de Tuxpan.

    Cuando Pedro salió de la Escuela siendo jovencito aprendió el oficio de hojalatero con Segundo Hernández y después en el taller de Gustavo Bello. Como ganaba muy poco y a él le gustaba mucho el baile, una tarde entró por casualidad a la dulcería de don Alberto Martínez, quien con los años se significó como uno de los más tradicionales artesanos en la historia de la fabricación de dulces en la ciudad. Conversando con él Don Alberto le dijo “muchacho si quieres vente a trabajar conmigo, ¡¡vende dulces!! Aunque sea los domingos para que no dejes el trabajo de tu taller”. De esta manera Pedro se inició como dulcero tradicional recordando haber vendido casi 12 pesos de sus primeros dulces, una verdadera fortuna para los años veinte del siglo pasado.

    Se quedó Pedro Albino ya de planta en la dulcería; Don Alberto en el verano fabricaba paletas de hielo y dejaba un poco la fabricación de los dulces que reanudaba entrando el otoño tuxpeño. Las paletas de hielo y de sabores de frutas eran deliciosas y tenían una enorme demanda en el verano, pero los dulces no se quedaban atrás entrando la temporada fresca de la ciudad. ¿Qué tuxpeño o turista que se da cuenta, no ha saboreado un delicioso chicloso, una cocada de colores roja, amarilla, rojo con blanco, o la tradicional tipo mostachón de coco, el dulce de papaya verde en rebanadas cristalizadas o el de calabaza, los polvorones agrosellados, el pastelito enrollado, o el famoso pay de leche o de piña? ¡Caramba hasta se nos hace agua la boca! Qué tiempos aquellos, pero para fortuna de toda la tuxpeñada, los herederos de D. Alberto que murió en 1975, continuaron la fabricación de estos dulces, que se venden en algunas esquinas del centro de la ciudad, expuestos en vitrinas pequeñas y que ahora después son producto de la fábrica que está en la Avenida Insurgentes y de la que es dueño el que fuera ayudante por años de Don Alberto: Don Lourdes Mendoza.

    En 1930 D. Pedro cambió de giro y tuvo la suerte de conocer a Don Modesto Sánchez “El Gallego” quien le enseñó el arte de procesar turrón, y desde ese año los tuxpeños comemos turrón criollo. Al principio lo hacía en una paila de cobre, pero al paso del tiempo lo cambió por cacerolas de peltre del mero bueno. La miel de azúcar al tornarse en una pasta blanduzca cocida a fuego, a fuego manso, la pasaba por un amasado como si fuera el de un alfeñique y después lo coloreaba por partes: el blanco lo hacía con esencia de anís o de coco, al rojo le ponía grosella y al café chocolate, además lo adornaba con pasitas antes de que se enfriara y cristalizara “A punto de Turrón”; estando ya lista para cortarse con la famosa hachita de don Pedro.

    Él despachaba en su tablerito raciones de a peso para arriba y te los ponía con su pinza, después de cortarlos en un pedacillo de hoja de estraza, esto fue el deleite de muchos de sus clientes que ya le esperaban desde el comienzo de la Fiesta de los Muertos o poco después, dependiendo de cómo estaba la temperatura y me decía (en la única entrevista que le hice hace muchos años y que ahora actualizo) “si hace calor me espero hasta que se ponga templado o comiencen los fríos” (por aquello de que la gente come más dulce cuando la temperatura es mas fresca o fría en Tuxpan). Así trabajaba hasta marzo o abril, para regresar a la venta durante la primavera y el verano de las raspas de hielo de sabores, porque el negocio de la paleta helada se acabó cuando falleció el Sr. Martínez a quien D. Albino apreciaba mucho, por haber sido él, un fiel empleado de su fábrica de dulces que estaba conjuntamente con una panadería en la Calle Mina muy cerca del Correo.

    Con los años encima D. Pedro perdió casi su voz, aquella voz que recorría con su eco “Turrón, Turrón” las callecitas de Tuxpan, se le fue apagando progresivamente, por ello traía ya al finalizar su vida tan recordada, una campanita para anunciar su llegada. Su delgada figura era familiar y todo el mundo cuando lo veía con su tablero en la cabeza, su tijera o en su diablito, con su andar lento, se regocijaba diciendo: “Miren ya llegó el turrón” y ¡a comprarle!

    Decía “Por las mañanas despacho en la esquina de Ocampo y Lerdo (junto al legendario Bar Las Brisas), y de ahí me regreso a las colonias Escudero, Miguel Alemán y hasta la Azteca. También llego hasta la esquina de Zapata y Ocampo aunque no me gustaba mucho el centro al que visitaba muy temprano para saborear mi cafecito y mis bocolitos, y a merendar por las tardes en el 303”; conocido restaurante frente al mercado municipal.

    Padre de dos hijos y siete nietos que lo adoraban, don Pedro enviudó en 1968 “cuando las olimpiadas” recordó. Ninguno de sus herederos sabe el oficio por lo que la producción dulcera de nuestro personaje aquí podría terminar, pero por fortuna, otros recogieron la estafeta y ya hemos visto en los últimos inviernos a mas de un turronero vendiendo, esos sí, en el centro de Tuxpan, su exquisito producto.

    Don Albino falleció un 1º. de Mayo de 2001, a los 96 años. Era muy lúcido cuando lo entrevisté a sus 90 años, iluminaba con su delicioso tablero el paisaje urbano para deleite de todos nosotros: los tuxpeños.

VIDA Y MUERTE DE UN CERRO

Esta es la historia del “Cerro de la Cruz” que el viento de la fantasía recogió de su penacho siempre verde y la trajo a mis oídos con el último suspiro del viejo centinela de mi pueblo. “El Cerro de la Cruz” yace insepulto a lo largo del río. El progreso humano requiere sacrificios, aun del propio hombre y un pobre cerro no podía escapar a la ley inexorable. Aplaudan los progresistas, clamen los conservadores o lloren los sentimentales, el Cerro de la Cruz ha muerto llevándose un pedazo de corazón de Tuxpan.-“Juan de la Esquina”.

No sabría decir cuántos años tengo, porque los cerros no contamos el tiempo por años; cuando mucho nos referimos a terremotos, ciclones o cometas. A fin de cuentas no nos importa gran cosa el tiempo. Tampoco se, a ciencia cierta a qué debo mi nombre, pero me gusta, es bastante piadoso.

Son muchas las cosas que podría contar, en cambio, si alguien pudiera y quisiera oírme; pero sólo soy un cerro y los hombres ignoran que en nosotros también hay algo de vida, diferente a la suya, pero vida al fin y al cabo. Dormimos, despertamos, nos entregamos a nuestras ocupaciones, nos divertimos un poco y volvemos al reposo, con la diferencia de que todo lo hacemos sin sobresaltos, sin prisas ni temores.

Con qué gusto me despertaba por las mañanas el agudo silbido de La Magnolia o la Teresita, a su arribo de madrugada al asomar las narices por La Punta. A los resoplidos de los remolcadores arrastrando penosamente los cuadrados plataneros o a los peritos del Buzo y del Manchado, anunciando las maniobras de la cuadrilla. Después, mientras la brisa peinaba mi mechón verde, me miraba en el río, mi gran amigo, siempre quieto y respetuoso.

Como me preocupaba porque madurasen pronto las guayabas y las “manzanitas” de mi follaje, Quería ofrecerlas a la chiquillería que en los días de “pelucas” venía hasta mí para perseguir a las chuparrosas y a los tordos, a contemplar los horizontes, o simplemente a espiar la hora de salida de la (Escuela) Nava. Muchos de esos niños de carita risueña son hoy hombres cuya responsabilidad y falta de buenas piernas les impide venir a visitarme, pero cuando pasan cerca de mi voltean a verme estremecidos y yo veo brillar en sus rostros ajados un relámpago de juventud. Si tuviera labios les correspondería con la mejor de mis sonrisas.

Y qué atardeceres, Dios mío…

Las lanchas del río, en su turno ordinario, saludaban a gritos al lucero de la tarde y yo era el primero en verlas, con su penacho de humo, doblar allá por el Bajo de Gallinas, para pasar después junto a mí, presurosas, para ir a recogerse al calor de sus amarraderos. Cuando ya las estrellas brillaran en el cielo y en el río, me arrullaban las viejas canciones de Esteban Z. Robledo, o me mantenían en agradable vigilia las divertidas estridencias de Pepe Chena y los rumbosos bailes del Royalty y del Casino (Tuxpeño).

Qué buenos amigos han sido el San José, el San Fernando, el Palomar, el Cohetero y el Campanario. ¡Esos sí que son cerros! y ¡cómo nos hemos divertido juntos! Teníamos formado algo así como un equipo que en los días de norte nos entreteníamos arrojándonos bolas de viento a discreción.

El Palomar, no obstante que es el más chaparro de todos sabía cubrir muy bien su terreno.

Cuando no había norte, practicábamos con las brisa y cuando venía un ciclón, ahí era Troya. No me da la gana que los hombres tengan un deporte más emocionante que este, al que si fuese un snobista, le habría llamado “Norte-ball” o algo por el estilo. Pero con nombre o sin el, Tuxpan aplaudía agradecido nuestro original entretenimiento.

El Atalaya nunca quiso participar en nuestros juegos, siempre ha sido un poco apretado, porque es el único que mira hacia el mar. Ya de por sí se creía un Everrest y cuando le pusieron encima una especie de castillito y sintió subir y bajar por sus lomos muchas águilas y estrellas, se puso verdaderamente insoportable. Se creyó un Gibraltar. Desde entonces me volvió la espalda y si yo hubiese tenido boca, le habría enseñado la lengua cuando menos.

Recuerdo que una vez se me subieron encima muchos hombres, vestidos de una manera muy rara y con ellos subieron algunos cañones. Sentí miedo al principio, porque ignoraba sus intenciones, pero bien pronto lo cambié por el mejor de los júbilos, cuando les vi apuntar derechito al Atalaya. Eso si que iba a estar bueno. El que no aceptaba que le tirásemos una miserable bolita de viento, se iba a tener que tragar ahora unas cuantas de fierro. A cada estampido se me sacudían las entrañas, pero había que ver los puños de tierra que le arrancaban al presumido. Si hubiera tenido voz, habría gritado OLÉ!, a todo pulmón y a cada impacto. Cuando todo pasó, me arrepentí un poco de haberme alegrado tanto, al fin y al cabo los dos somos cerros y la naturaleza nos colocó juntos en la cara de Tuxpan, como vigías perpetuos. Pero no tenía brazos para darle un abrazo de reconciliación…

Yo vi nacer a Tuxpan. Quién iba a pensar que de aquellas casuchas de barro y zacate, esparcidas sin orden ni concierto, por el espacio cenagoso que circundábamos los cerros, iba a nacer el Tuxpan de hoy. Las cosas que podría yo contarle a D. Zózimo Pérez Castañeda.[1]

Conozco a mucha gente. Los he visto nacer y he seguido sus pasos, desde los primeros hasta los últimos. Conocí a un hombre que pasó cerca de mí, en hombros de una multitud que lo aclamaba. Lo perdí de vista mucho tiempo; pero hace poco volví a verlo, esta vez seguido de una multitud mil veces mayor que la primera vez. Hasta mí llegó su voz y los gritos de la masa poseída por un ardor pocas veces visto y se apoderó de mí una sensación extraña: me sentí orgulloso de mi sitio en pleno corazón de Tuxpan y mi satisfacción no tuvo límites cuando en mi cima subieron un gran cartel con el nombre de aquel hombre extraordinario. Yo fui la voz de mi pueblo querido.

No dejé de sentirme un poco nervioso. Era la primera vez que participaba en política. Los demás cerros me miraban con satisfacción y querían servir también como yo, a esa causa que había conmovido a Tuxpan. Solo el Atalaya permaneció impasible, vuelto de espaldas. Creo que andaba picando chueco.

Un día vinieron unos hombres, a quienes nunca había visto. Traían unos extraños aparatos, con los cuales me miraban, y me miraban por todos lados. Me sentí desnudo. Se subieron sobre mí y los oí hablar de terraplenes y de toneladas cúbicas y de cosas incomprensibles para mí. Uno de ellos habló de dinamita, pero otro le replicó desdeñoso: no vale la pena, es puro tepetate. No pude darme cuenta de lo que se trataba, pero sentí una indignación tremenda por el menosprecio, a tal grado que si hubiese tenido pies habría mandado al intruso de una sola patada, hasta Santiago de la Peña.

Pronto vinieron muchos hombres más con unas extrañas máquinas, que comenzaron a abrirse camino hacia mi cúpula. Los sentía correr sobre mi dorso con actividad inexplicable. Al principio tuve la esperanza de que por fin se habían decidido a construir sobre mí, un gallardo edificio. Idea que estuve acariciando durante muchos siglos. Qué rabia iba a pasar el Atalaya cuando me viera lucir una estructura más alta que la suya. Y todavía cuando me vi desprovisto de mi penacho verde, creía que era el primer paso para la realización de mi suelo dorado. Pero el tiempo pasa y cada vez me siento mas extraño… he dejado de ver a mis hermanos… El San Fernando, el San José, el Campanario, ¿Dónde han ido?

El Atalaya se ha erguido por encima de mí y los techos de las casas, que antes miraba por encima, casi puedo tocarlos… El río se desliza casi a mi lado y le veo en un trecho mucho mas largo.

Por fin he comprendido todo. He visto a varios hombres, de cabeza blanca, mis niños queridos, venir a llorar junto mí. Los hombres solo lloran cuando pierden algo, un afecto, una esperanza o una victoria… me estoy muriendo… me están tirando de espaldas a lo largo del río…

Si tuviera ojos, tal vez habría llorado. ¡Pero no!, el progreso de mi Tuxpan me pide este sacrificio y no es cosa de ponerme a llorar como una loma cualquiera. Voy a morir; pero moriré de pie, como todo un cerro…


***.-El autor agradece al Lic. Leonardo Zaleta Juárez – Cronista de Poza Rica- su amable colaboración para la nueva reseña de este artículo.



[1] El Dr. Zózimo Pérez es el autor junto con el Profesor Angel Saqui del Angel de la Monografía de Tuxpan de 1955. Ambos fallecidos.

martes, 4 de agosto de 2009

LAS PIEDRAS DE TUXPAN

Tzontemoc

Existen dos monumentos prehispánicos denominados “Las Piedras de Tuxpan”

El primer monumento.- Es el mas impresionante, de un gran tamaño, se encuentra en la sala del Golfo del Museo Nacional de Antropología e Historia en el Bosque de Chapultepec de la Ciudad de México y curiosamente por irresponsabilidad e ignorancia del encargado de esta sala, esta colocado al revés y no tiene ninguna leyenda, es Tzontemoc.

Su significado: En la cultura náhuatl quiere decir “El que cayo de cabeza” y es una representación cosmogónica de Tonathiú que al terminar su carrera como el sol durante su recorrido diurno, se oculta atrás de la tierra en la región mítica del “Mictlantecuhtli” y que precisamente es uno de su adornos, un abanico, de 22 rayos solares alrededor de su frente, se interpreta también como una representación del “Mictlantecuhtli” “ o el señor de los muertos” o el “Dios de la mansión de los muertos” y así el dios Tonathiú se convierte a la hora de ocultarse el sol, en Tzontemoc, (es decir al caer la tarde) y por la noche el Mictlantecuhtli.

El segundo monumento.- El otro monumento se encuentra en el museo de arqueología de nuestra cuidad y es la diosa huasteca: “Omeycualiztli”.

Su significado: Representa la puesta del sol en Tuxpan. Es desde luego la “Diosa de los Atardeceres”. La explicación consignada en la monumental obra Histórica “México al Través de los Siglos” – Publicada bajo la supervisión del General D. Vicente Riva Palacio entre 1884 y 1890- nos dice que este extraordinario Monolito, es el matrimonio resultante de la conversión de Tzontemoc –Tonathiú (el Sol) – en Mictlantecuhtli, el cual pierde la lengua, que es el símbolo de la luz. Tzontemoc es el sol que es hunde, pero esta todavía sobre el horizonte, despidiendo sus últimos rayos de oro, cuando la estrella de la tarde, empieza a brillar con sus primeras temblorosas luces. Por eso se le ve todavía la lengua. Pero se hunde y se apagan los rayos... es Mictlantecuhtli que ya no tiene la lengua de la luz.

La escultura es un monolito de forma convexa: “El cipactli” (que es la misma figura del Tzontemoc) que baja y confunde su rostro con el de “Oxomoco,” la tierra, ya no hay mas que una boca, pero de ella ya no sale la lengua, símbolo de la luz, que con la noche ha desaparecido.

Si se examina detalladamente la escultura se verá que hay tres partes distintas de la piedra: la inferior que es la mas grande, representa a la mujer “Oxomoco” la tierra; se ven sus dos pies, distinguiendo los cinco dedos de cada uno (el gordo del pie izquierdo esta ahora decapitado) y lo mismo sucede con sus manos, aparece cubierta con una gran camisa, aunque se distinguen sus dos grandes y redondos pechos (oscurecidos por el manoseo que tradicionalmente tuvo cuando estuvo muchos años insertada en la pared de una Tlapalería precisamente llamada “ El Ídolo “ en el centro de la ciudad, en la confluencia de las calles Av. Juárez y Zapata), Tiene dos grandes orejeras con colgajos, una gargantilla de seis cuentas y uno como bezote en la barba con sus adornos. Su rostro aparece cubierto con una mascara sagrada.

La segunda parte esta en la zona superior y la forma el sol cayendo con sus brazos y sus manos en forma de garras de águila; confundiéndose de tal manera el “Cipactli” con la figura de “Oxomoco” que en ella se hunde y pierde su boca. En la parte superior de labrados artísticos, figura notablemente una zona como la de una atmósfera de llamas y en el centro esta una punta de flecha “El Iztli” de la luz. Tiene dos ojos y dos brazos con sus manos en forma de garras del Cipactli.[1]
Unidas las tres partes se completa lo que se interpreta cosmogónicamente como la flecha del tiempo.

Se concluye que este extraordinario monumento del Museo de Arqueología de Tuxpan, es la representación de las dos formas del astro (cuando nace y cuando se oculta) y al cual los nahoas le dieron el nombre de: omeycualiztli

Para Tuxpan, termina la fuente consultada, representa el génesis de la luz, la creación del tiempo, es la primera piedra milenaria del sagrado camino que se llama: la eternidad.[2]

Las Piedras de Tuxpan son un importante testimonio histórico de cómo la Cultura Huasteca al igual que la mayoría de los pueblos mesoamericanos tenía un avanzado conocimiento filosófico de lo que el Sol significaba para ellos, no sólo como el regulador del clima y por ende de su desarrollo básicamente agrícola sino por todos los aspectos mágico religiosos que conlleva su tránsito por el firmamento mexicano. De como su aparición y desaparición, configura reflexiones, verdaderamente notables del pensamientos de estos antepasados nuestros, cuya inteligencia y capacidad de raciocino superan indudablemente al contacto Europeo años mas tarde[3]






[1] La parte posterior del ídolo tiene una corona de llamas para asegurar aún más que es la represtación del sol
[2] .-.- RIVA Palacio Vicente. México al Través de los Siglos Tomo I páginas, 94, 96, 97. Editorial Gráfica Impresora Mexicana S.A. Decimocuarta Edición México D. F
[3].- ZAMORA Sánchez Obed. Las Piedras de Tuxpan. - Cronista de la Ciudad- “Doce Ensayos del Cronista.” Edición particular limitada. Paginas de la 1 a la 3. Julio de 2002 .1ª. Feria del Libro en Tuxpan, Ver.