domingo, 10 de noviembre de 2013

El padre Florentino, Un verdadero Hombre de Dios


-Gaby Zamora-


 F
lorentino R. López nació en San Antonio Acutlán, Oaxaca en 1854, estudió sus primeras letras en su pueblo y en el Seminario Conciliar de Xalapa estudió latín, humanidades, filosofía y teología habiéndose ordenado de sacerdote por el excelentísimo señor obispo D. Joaquín Arcadio Pagaza.

Durante la época jacobiana, la región huasteca del área de Tuxpan fue abandonada por sacerdotes católicos contra quienes se había orquestado un ataque ideológico y político. El conflicto tuvo proporciones violentas. El único ministro que permaneció fiel a sus convicciones y a su fe, desafiando los riesgos, fue el padre Florentino R  López. La s últimas confesiones, los santos óleos, bautizos y bodas, a partir de la segunda mitad de los años veinte, se realizaron clandestinamente.

 El padre Florentino realizó su peregrinar con disfraces audaces e inocentes  al mismo tiempo, los que en muchas ocasiones eran inútiles, debido a su gran popularidad y a su figura inconfundible; al intentar despistar llamaba más la atención. Pero más allá del conflicto religioso-social fue un personaje respetado por todos. Las autoridades de varios ayuntamientos giraban órdenes expresas a sus comandantes para que no lo molestaran. Los dirigentes agrarios anticlericales  le tenían tanto respeto y reconocían tanto su gran popularidad, que cuando necesitaron de su convocatoria para lograr con éxito una reunión campesina, no dudaron en pedirle auxilio. Las actividades del padre Florentino también se extendieron a la educación y  a las obras sociales.

En noviembre de 1921 el padre Florentino, en ese momento cura de Tamiahua, acompañó en su visita pastoral al monseñor Rafael Guízar y Valencia[1]

                El padre Florentino además de atender a las parroquias de Tamiahua, de Temapache y la vicaría de Tihuatlán, se hacía cargo de la de Tuxpan. Era un gran evangelizador. Un ser humano carismático, quedan testificadas sus crónicas en la historia de la Parroquia en donde narró las siguientes anécdotas por demás místicas y muy  simpáticas: “Por el mes de febrero del año del Señor de 1916, que eran horas de prueba para la iglesia de Santa María de la Asunción de Tuxpan, estando el Templo Parroquial ocupado por la tropa, había dado por dormir un militar de grado, debajo del ciprés del altar mayor y estando en una de tantas noches acostado sintió que lo abrazaba una mujer, al principio no le dio ningún cuidado porque creyó que era una (mujerzuela) de las que tantas noches iban a verlo, pero conforme lo iba abrazando aquella desventurada, sintió que le encajaba las uñas por la espalda, que sintió el rostro velloso y olor desagradable, quería zafarse de los brazos de aquella mujer y fue estrechado una vez más. En medio de esta lucha desesperado invocó el nombre de la Inmaculada diciendo “Ave María Purísima” y al pronunciar esta bellísima jaculatoria se ve desligado y arrancó a correr, dejando ropa y todo; fue a parar según se dijo, hasta media plaza.

                En otra ocasión, estando toda la tropa acostada dentro de la iglesia oyeron un ruido en el coro, y vieron bajar con verdadera sorpresa un sacerdote vestido con su traje talar atravesando toda la iglesia y postrándose con toda reverencia delante del altar mayor, de donde poco a poco desapareció; lo que infundió tal temor en el  ánimo de todos, que  a esa hora se salieron a pasar el resto de la noche en el atrio de la Santa Iglesia.

                El día 31 de diciembre del año del Señor 1914, estando todavía en el templo la venerable imagen de Nuestra Señora de la Salud, unas soldaderas que le robaron su ropa interior, se retiraron, pero después volvieron para quitarle el hábito y el manto; pero, ¡Oh! Milagro del cielo,  cuán grande fue la sorpresa de ellas cuando vieron que la taumaturga Virgen de la Salud de los enfermos, se movió dándoles la espalda, arrancando ellas a correr llenas de espanto, muriendo una de ellas trágicamente entre el Jambal y Tumbadero”.

Otro Relato es el de un individuo que se jactaba de ser liberal, entró por curiosidad a la iglesia en febrero de 1918, a los pocos días de que el cielo bendito me había concedido abrir nuevamente la iglesia y ejercer mis funciones sacerdotales. Estando la imagen de Jesús Nazareno en una pequeña mesa arriba del presbiterio del lado del evangelio, y estando mi biografiado delante de la venerable imagen, repentinamente vio el rostro de la imagen rodeada de una aureola de luz quedando su rostro severísimo como si en aquel momento hubiera querido increparse con el individuo; lo que infundió tal temor en el ánimo de mi biografiado que maquinalmente dobló las rodillas en el suelo, haciendo como pudo unos garabatos en lugar de la señal de la Santa Cruz en la frente, se limpió los ojos, tomó resuello y volvió a mirar la sagrada imagen, cuando la vio en esta segunda vez, le mostraba un corazón igualmente radiante de luz, pero con rostro severo, en un parpadear que dio, desapareció todo y quedó el rostro de la imagen tal como se ve hoy en día.


Termina estos relatos el padre López con lo siguiente: 

                “Yo  Florentino R. López, cancelo lo antes dicho con las armas de mis manos para perpetuar memoria en las futuras generaciones, junto al trono de Nuestra Señora de la Paz.”

Muere de una edad avanzada en la ciudad de Amatlán, Veracruz. Tanto lo quiso  su pueblo que no dejó se enterrase en el panteón municipal, sus restos descansan en el atrio de la parroquia de aquel lugar.


REFERENCIAS:

·         La Catedral de Santa María de la Asunción en: Zamora S. O: Tuxpan, Crónicas de su ciudad y puerto. Págs.  163-169, Groppe Libros México 2012, 1ª edición.

·         Alafita M L, Gómez C F. Tuxpan, Veracruz Imágenes de su Historia. Pag. 164, Gobierno del Estado de Veracruz, Archivo General del Estado 1991.

Montiel González J. Entrevista personal entrevistadora: Zamora E. M. G.  23 de mayo del 2013.



[1] fallecido en 1938,  es el primer obispo mexicano e hispanoamericano canonizado por la Iglesia católica.

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