Mi padre, Obed Zamora, el Cronista de Tuxpan, falleció en el otoño del 2012. Para la primera
edición de su libro TUXPAN, Crónicas de su Ciudad y Puerto, habíamos pasado él
y yo cerca de ocho meses de continuo
trabajo, íbamos contra reloj, yo sabía que su tiempo se estaba agotando. Largas
horas de lectura, una y otra vez, de los capítulos para su corrección mientras el recordaba como
siempre, innumerables anécdotas que denotaban el más puro amor por estas
tierras y que fueron contenido de grandes charlas a lo largo de su vida.
En
los últimos meses se quedaba dormido mientras me dictaba. Mi llamado –Papaaaa!
¿Qué sigue?- le despertaba para seguir
con la tarea, esa era ya prácticamente
la historia de siempre. A veces internado en hospital, en su consultorio o en
casa. Así terminamos de editar el libro. Encontré una imprenta que hacía los trabajos
casi de forma inmediata a una muy buena calidad. El 28 de julio del 2012 fue
de la presentación, el salón del Hotel Holiday Inn no pudo haber estado
más lleno, Brianda mi hermana, se encargó de hacerlo extensivo a toda la
ciudadanía y a los tuxpeños que viven en el mundo a través de las redes
sociales. El apoyo de Alberto Silva Ramos, entonces presidente municipal de
esta ciudad, para realizar
exitosamente el evento
fue total. ¡Qué bien le fue esa noche a
mi padre que para mi privilegio era el autor! ¡Qué enorme y contagiosa
felicidad la de él! ¡Qué orgullo y satisfacción ver culminado cincuenta años de
periodismo cultural en una obra tan completa!, Qué cariñosa y entrañable
respuesta la de todos los que ahí estuvieron acompañándole. Qué felicidad la
mía al haber contribuido para lograr estas sensaciones en él. A los quince días
su estado de salud era ya deplorable desencadenándose una serie sucesos que lo deterioraron cada vez más. Mi
mamá lo cuidó con una dedicación extrema.
Una de las veces que me quedé con
él en el hospital empezó a delirar y en su delirio me contó las historias más
extraordinarias que vivía mientras soñaba despierto, embelesado y feliz,
curiosamente esa condición se la daba su riñón en agonía con el desequilibrio
de los minerales en su sangre. Las historias eran de enorme felicidad según
contaba, afirmaba escuchar hermosas poesías. Se deleitaba con melodías que los
propios cantantes famosos de antaño entonaban, vivencias de extrema alegría,
nunca había visto yo sus ojos más claros que en esa ocasión, con una expresión
de emoción extasiada, tanto que le decía -cuéntame más papá, yo quiero estar
allí también- Su mente prodigiosa eso le regalaba en el ocaso de su vida.
Aparezco a la
izquierda con gran parte de la familia reunida un día después
de la
presentación del libro, todos felices
disfrutando de su triunfo.
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El
timbre del teléfono a las 6:45 horas del
5 de Noviembre con la llamada de Mónica mi hermana antes de siquiera expresar
una palabra, me indicó que papá había muerto, el problema renal agotó su
corazón después de un fin de semana con la familia reunida. El decía que se recuperaría, que solo
necesitaba tres meses. Nunca
perdió el sentido de humor a pesar de
que su cuerpo adelgazado y enfermo no le respondía más; tomó
fuerzas para dar su última consulta como pediatra en esa misma semana de su
muerte.
La
tristeza de su partida es justificada para muchos de quienes le amamos, pero
eso no es importante, sino lo que ha
dejado como legado, por lo que siempre será recordado no nada más en las
personas que tuvieron la fortuna de conocerlo y los que formamos parte de su
vida, sino también por quienes lean sus escritos, sus crónicas y sus relatos
sobre sucesos de nuestra ciudad. En sus relatos se aprecia como disfrutaba
vivir en Tuxpan Veracruz a través de hermosos recuerdos de una infancia feliz y
al recopilar e investigar la vida de los personajes que hicieron la historia de
esta ciudad y puerto.
Arropado
en un amoroso matrimonio conformado por Obed Castillo y Teodora Sánchez, Inició
su vida con una gran tragedia, su madre falleció al día siguiente de su
nacimiento víctima de fiebre puerperal,
su padre desgarrado por el sufrimiento de la pérdida de su compañera,
emigró de la ciudad con su primogénita y dejó al recién nacido a cargo de Benita, su cuñada
quien casada con José Zamora, de oficio carpintero, lo amaron como verdadero y único hijo. Sus
recuerdos jamás estuvieron marcados por la ausencia de sus padres biológicos,
por el contrario siempre se sintió inmensamente bendecido. Estudió en la escuela primiaria en la Enrique
C. Rébsamen, la Secundaria en la Manuel C Tello, medicina en la Facultad de la
Universidad Veracruzana y su especialidad como pediatra en el Hospital Infantil
de Mexico Federico Gómez, en la ciudad de México.
Todos sabíamos que tenía las horas contadas. Dios le permitió ver el fruto
de su trabajo por la ciudad que tanto amó. Esta foto fue tomada el día posterior
a la presentación del libro con Rodrigo y Obed, mis hermanos y mi madre.
Mi padre, el
Dr. Obed Zamora, vivió dedicado a su vocación de médico pediatra con enormes
satisfacciones, pero también se entregó
de manera apasionada a narrar historias
sobre Tuxpan, a la investigación sobre el tema y a entrevistar a personas en
búsqueda de la verdad histórica, por eso sus escritos son únicos y auténticos.
Nosotros, sus hijos, siempre supimos que nuestro padre era un personaje fuera
de serie, porque a pesar de la costumbre de verlo todos los días, nunca dejó de
sorprendernos con sus amenas charlas cargadas de grandes dosis de alegría. Lo
recordamos siempre leyendo un libro, escribiendo la crónica, hablando en la radio,
dando conferencias, regalando sus artículos; apasionado de su trabajo pero
siempre pendiente de su familia, ese era nuestro padre. Cada uno de nosotros
tiene algo de él.
En
esta segunda edición, ya en su ausencia física, incluí capítulos de su autoría
por instrucción suya, como los de las tradiciones de nuestra ciudad: El día del
niño perdido, la plaza de Todos Santos, datos sobre la Familia Montiel y el
Yate Granma. También incluí las
biografías de otros personajes tuxpeños como Pepe Bache, Miguel Basañez
Ebergenyi, el padre Florentino y José Luis Almazán Ferrer, escritos que quiso
realizar pero que el destino no se lo permitió. Realicé algunas correcciones
que consideré pertinentes. Lamento que no esté para preguntarle datos
adicionales y para que narre los detalles a su muy particular manera de
hacerlo, terminé incluyendo un capítulo sobre su vida.
Debo aclarar que la gran
mayoría de los escritos aquí expuestosforman parte de una
compilación de trabajos realizados por él y publicados previamente en
periódicos o en Memorias de Congresos de las Asociaciones de Cronistas, por lo
que las fechas de creación se plasmaron de forma intacta.
Esta
es una crónica más sobre ese inolvidable cronista de Tuxpan.
María Gabriela Zamora Escudero
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