martes, 4 de agosto de 2009

LAS PIEDRAS DE TUXPAN

Tzontemoc

Existen dos monumentos prehispánicos denominados “Las Piedras de Tuxpan”

El primer monumento.- Es el mas impresionante, de un gran tamaño, se encuentra en la sala del Golfo del Museo Nacional de Antropología e Historia en el Bosque de Chapultepec de la Ciudad de México y curiosamente por irresponsabilidad e ignorancia del encargado de esta sala, esta colocado al revés y no tiene ninguna leyenda, es Tzontemoc.

Su significado: En la cultura náhuatl quiere decir “El que cayo de cabeza” y es una representación cosmogónica de Tonathiú que al terminar su carrera como el sol durante su recorrido diurno, se oculta atrás de la tierra en la región mítica del “Mictlantecuhtli” y que precisamente es uno de su adornos, un abanico, de 22 rayos solares alrededor de su frente, se interpreta también como una representación del “Mictlantecuhtli” “ o el señor de los muertos” o el “Dios de la mansión de los muertos” y así el dios Tonathiú se convierte a la hora de ocultarse el sol, en Tzontemoc, (es decir al caer la tarde) y por la noche el Mictlantecuhtli.

El segundo monumento.- El otro monumento se encuentra en el museo de arqueología de nuestra cuidad y es la diosa huasteca: “Omeycualiztli”.

Su significado: Representa la puesta del sol en Tuxpan. Es desde luego la “Diosa de los Atardeceres”. La explicación consignada en la monumental obra Histórica “México al Través de los Siglos” – Publicada bajo la supervisión del General D. Vicente Riva Palacio entre 1884 y 1890- nos dice que este extraordinario Monolito, es el matrimonio resultante de la conversión de Tzontemoc –Tonathiú (el Sol) – en Mictlantecuhtli, el cual pierde la lengua, que es el símbolo de la luz. Tzontemoc es el sol que es hunde, pero esta todavía sobre el horizonte, despidiendo sus últimos rayos de oro, cuando la estrella de la tarde, empieza a brillar con sus primeras temblorosas luces. Por eso se le ve todavía la lengua. Pero se hunde y se apagan los rayos... es Mictlantecuhtli que ya no tiene la lengua de la luz.

La escultura es un monolito de forma convexa: “El cipactli” (que es la misma figura del Tzontemoc) que baja y confunde su rostro con el de “Oxomoco,” la tierra, ya no hay mas que una boca, pero de ella ya no sale la lengua, símbolo de la luz, que con la noche ha desaparecido.

Si se examina detalladamente la escultura se verá que hay tres partes distintas de la piedra: la inferior que es la mas grande, representa a la mujer “Oxomoco” la tierra; se ven sus dos pies, distinguiendo los cinco dedos de cada uno (el gordo del pie izquierdo esta ahora decapitado) y lo mismo sucede con sus manos, aparece cubierta con una gran camisa, aunque se distinguen sus dos grandes y redondos pechos (oscurecidos por el manoseo que tradicionalmente tuvo cuando estuvo muchos años insertada en la pared de una Tlapalería precisamente llamada “ El Ídolo “ en el centro de la ciudad, en la confluencia de las calles Av. Juárez y Zapata), Tiene dos grandes orejeras con colgajos, una gargantilla de seis cuentas y uno como bezote en la barba con sus adornos. Su rostro aparece cubierto con una mascara sagrada.

La segunda parte esta en la zona superior y la forma el sol cayendo con sus brazos y sus manos en forma de garras de águila; confundiéndose de tal manera el “Cipactli” con la figura de “Oxomoco” que en ella se hunde y pierde su boca. En la parte superior de labrados artísticos, figura notablemente una zona como la de una atmósfera de llamas y en el centro esta una punta de flecha “El Iztli” de la luz. Tiene dos ojos y dos brazos con sus manos en forma de garras del Cipactli.[1]
Unidas las tres partes se completa lo que se interpreta cosmogónicamente como la flecha del tiempo.

Se concluye que este extraordinario monumento del Museo de Arqueología de Tuxpan, es la representación de las dos formas del astro (cuando nace y cuando se oculta) y al cual los nahoas le dieron el nombre de: omeycualiztli

Para Tuxpan, termina la fuente consultada, representa el génesis de la luz, la creación del tiempo, es la primera piedra milenaria del sagrado camino que se llama: la eternidad.[2]

Las Piedras de Tuxpan son un importante testimonio histórico de cómo la Cultura Huasteca al igual que la mayoría de los pueblos mesoamericanos tenía un avanzado conocimiento filosófico de lo que el Sol significaba para ellos, no sólo como el regulador del clima y por ende de su desarrollo básicamente agrícola sino por todos los aspectos mágico religiosos que conlleva su tránsito por el firmamento mexicano. De como su aparición y desaparición, configura reflexiones, verdaderamente notables del pensamientos de estos antepasados nuestros, cuya inteligencia y capacidad de raciocino superan indudablemente al contacto Europeo años mas tarde[3]






[1] La parte posterior del ídolo tiene una corona de llamas para asegurar aún más que es la represtación del sol
[2] .-.- RIVA Palacio Vicente. México al Través de los Siglos Tomo I páginas, 94, 96, 97. Editorial Gráfica Impresora Mexicana S.A. Decimocuarta Edición México D. F
[3].- ZAMORA Sánchez Obed. Las Piedras de Tuxpan. - Cronista de la Ciudad- “Doce Ensayos del Cronista.” Edición particular limitada. Paginas de la 1 a la 3. Julio de 2002 .1ª. Feria del Libro en Tuxpan, Ver.

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