- Después de la conquista de la Huaxteca, ¿Pasa Cortés por Tuxpan?
- Pasajes desconocidos de la vida del conquistador
- La Malinche es Veracruzana
Es indudable que Hernán Cortés es un personaje extraordinario de los siglos XVI y XVII, reconocido como el más grande conquistador de los tiempos modernos; es un símbolo y un antisímbolo de la historia, tanto en las actitudes ideológicas, como emotivas de cuantos en México consideran que las acciones del conquistador tuvieron mucho que ver con el destino de nuestro país.[1]
Hernán Cortés nace en Medellín (Extremadura, España), en 1485 y muere a los 63 años en Castilleja de la Cuesta, muy cerca de Sevilla en 1547. Hijo del capitán Martín Cortés y Catalina Pizarro Altamirano. De familia noble pero pobre, lo mandan con muchos sacrificios a los 14 años para estudiar latín y jurisprudencia a la Universidad de Salamanca, carreras que nunca terminó; arruinado después de estar en la región de Valencia por un año, decide partir a América para probar fortuna y se embarca, nuevamente con el apoyo de sus padres, en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz (en el sur de Andalucía), en el año de 1504 hacia lo que hoy es Santo Domingo y que en aquella época, se conocia como la isla de “La Española”, donde recibe de un pariente suyo, el Gobernador Nicolás de Ovando, una encomienda y la escribanía del Ayuntamiento de Azúa,[2] viviendo con relativa holgura.
Para 1511 tiene una primera relación militar con Diego Velásquez de Cuellar, conquistador de Cuba, quien después de acciones de combate le otorga una encomienda, ganado y casa en el oriente de la isla. Enamora y seduce a Catalina Juárez Marcaida “La Marcaida” y no quiere casarse con ella y Velásquez lo encarcela argumentando que Cortés conspira contra él, pero se sospecha que fue porque Catalina era su cuñada. Al fin lo deja libre y Cortés se casa con Catalina y Diego le nombra Alcalde de Santiago de Baracoa en 1518.
Las asombrosas noticias de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva sobre la existencia de nuevas tierras al oeste de Cuba -muy ricas en oro y plata- propiciaron que Diego Velázquez de Cuellar, siendo ya Gobernador de la isla y deseoso de extender los dominios de la corona española, armara la tercera expedición (la primera y segunda fueron hechas por los citados Hernández de Córdoba y Grijalba) para la exploración y conquista de estas nuevas tierras, nombrando a Cortés jefe de la misma con la misión de buscar a Grijalba, tomar posesión del país descubierto, imponer la fé cristiana, obtener el oro y rescatar a algunos cristianos cautivos de los indios.
Cortés salió de Santiago el 18 de noviembre de 1518, se equipó de provisiones, armamento y hombres en Trinidad y la Habana.
Velázquez sospechó una posible huída del extremeño y trató de detenerlo revocándole la licencia, pero Cortes en franca rebeldía abandonó la isla el 10 de febrero de 1519 y llegó a Cozumel el 18 del mismo mes iniciando así su mayor hazaña que culminaría con la toma de México-Tenochtitlán el 15 de agosto de 1521.
Cortés fue un hombre multifacético, conquistador famoso, estratega genial en hechos de guerra, descubridor, diplomático, político y además cronista de sus propias hazañas según lo relata en sus Cartas de Relación a su Rey.
Hay algunos datos que revelan no solo su personalidad como soldado y en un momento (o en muchos), como un hombre cruel y despiadado, basta recordar la matanza de Cholula, la del Templo Mayor, el tormento y sacrificio de Cuahutémoc y numerosos nobles mexicas, el exterminio de la población indígena de la región de Pánuco, así como la quema en vivo de sus principales caudillos.
Paradójicamente, tuvo dotes notables que lo hicieron concebir un programa de Ordenanzas de Buen Gobierno, que si hubieran sido aplicadas correctamente, habrían dado el rumbo original a la colonización Europea en México y Centroamérica.
Pocos saben de su protagonismo como empresario, ganadero, minero y gran negociador. Además, en su momento, libró una pelea con los franciscanos que le pedían destruir todos las imágenes veneradas por los mexicanos y el no se los permitió para tratar de conservar la memoria de una gran parte de esta civilización. De la misma forma, tuvo serios problemas con los encomenderos por tratar de que muchas de las tierras que a ellos se les adjudicaron, pasaran nuevamente a propiedad de los indios. Situaciones que no pudo vencer.
Desde luego que sabemos que la presencia del conquistador y sus ejércitos alentaron el mestizaje, con los matrimonios de sus capitanes con nuestras indias, -incluido él mismo, quien tuvo de amante a Malintzin, con la que procreó a un hijo, Martín- y tuvo también a Izcaxóchitl –Flor de Algodón- la mas bella hija de Moctezuma, y un ramillete de niñas mexicanas muy agraciadas, muestra de ello es plasmado magistralmente por José Clemente Orozco, -uno de nuestros grandes muralistas- en las paredes de la escalera del Colegio de San Ildefonso.
Cortés tuvo un verdadero harén, integrado por españolas, indias, negras y mestizas. La controversia más importante en relación con sus innumerables mujeres, es la muerte de su primera esposa Catalina Juárez en Coyoacán. Peleaban constantemente y ella ya le había dicho a una amiga: “Ay señora, algún día me habéis de hallar muerta en la mañana”.
La noche de Todos los Santos de 1522, Cortés pidió ayuda a gritos porque Catalina, su esposa, estaba muerta. Tenía marcas leves en el cuello, un collar roto y su cama mojada de orina. Presuntamente fue estrangulada de forma accidental (?) por Cortés. Lo que se sabe[3] es que esa noche los esposos discutieron excesivamente a consecuencia de los celos de Catalina por las frecuentes relaciones extramaritales de Cortés, ella sufrió un infarto y Cortés trató de reanimarla sacudiéndola y fue así como se presentó este escenario. No obstante, no hay nada definitivo que aclare esta muerte.
Volviendo un poco atrás, cuando Cortés desembarca por primera vez en Tabasco y después de librar las primeras batallas con los indígenas, quienes fueron derrotados al mando de Pedro de Alvarado, y posteriormente haber entregado a los prisioneros indígenas, Cortés recibe de ellos muchos presentes dentro de los cuales se encuentra la indígena Malitzin, Malinche, Doña Marina.
MALINZTIN (LA MALINCHE)
La Malinche nació en Oluta, al sur del Estado de Veracruz, casi en los límites con el estado de Tabasco. Noble hija de un cacique del lugar, el señor de Painala, el cual, teniéndole en sus brazos después de haber sido bautizada con un ritual indígena por su abuela como Malinalli, le dijo estas hermosas palabras:
“-Aquí estas mi hijita, la esperada por mí, la soñada, mi collar de piedras finas, mi plumaje de quetzal, mi hechura humana, la nacida de mi. Tu eres mi sangre, mi color, en ti esta mi imagen, Mi muchachita, mira con calma, he aquí a tu madre, tu señora, de su vientre, de su seno, te desprendiste, brotaste. Como si fueras una yerbita así brotaste. Como si hubieras estado dormida y despertado. Ahora vives, has nacido, te ha enviado a la tierra el señor nuestro, el dueño del cerca y del junto, el hacedor de la gente, el inventor de los hombres.
Hija mía, vienes del agua y el agua habla. Vienes del tiempo y estarás en el tiempo y tu palabra estará en el viento y será sembrada en la tierra. Tu palabra será el fuego que transforme todas las cosas. Tu palabra estará en el agua y será el espejo de la lengua. Tu palabra tendrá ojos y mirará, tendrá oídos y escuchará, tendrá tacto para mentir con la verdad y dirá verdades que parecerán mentiras y con tu palabra podrás regresar a la quietud, al principio donde nada es, donde nada está. Donde todo lo creado vuelve al silencio, pero tu palabra lo despertará y habrás de nombrar a los dioses y habrás de darles voces a los árboles y harás que la naturaleza tenga lengua y hablará por ti lo invisible y se hará visible en tu palabra. Y tu lengua será palabra de luz, pincel de flores, palabra de colores que con tu voz pintarás nuevos códices”[4]
Es indudable que sin la palabra de Doña Marina la Conquista no se hubiera hecho. La buena suerte de Cortés al encontrar una intérprete que hablase Maya y Nahuatl al mismo tiempo y más adelante el español, le permitió conocer ampliamente la situación política. militar y social de la tierra por conquistar.
Por azares del destino Cortés encuentra a esta bellísima india veracruzana y todo el gran acontecimiento de la Conquista ya esta sobradamente escrito.
PASO DE CORTES POR LA REGION
En su cuarta carta de relación dirigida a su Rey el Emperador Carlos V, Hernán Cortés narra la Conquista de Pánuco y una gran parte de nuestra Huaxteca. Exagera en cuanto a este triunfo y le oculta completamente la matanza ocurrida en la región de San Isidro Montes de Oca, cuando envía a Gonzalo de Sandoval con suficiente tropa y 30 mil guerreros para masacrar a 60 gobernantes y aproximadamente a 400 nobles a los cuales quema vivos para escarmiento de todos los ahí presentes en ese sitio llamado Tenextépec, con el objeto de reprimir la defensa de esta región en contra de los invasores.
Cortés funda el 23 de Diciembre de 1522 la Villa de Santiesteban del Puerto -hoy Pánuco- y cuando retorna al altiplano con cuarenta mil guerreros al mando de su aliado Ixtlixochitl,[5] no lo hace por el camino que siempre utilizaban que era el de Huejutla-Meztitlán, sino que cambia de rumbo y se dirige a la región de Tzicoac, vecina del distrito de Tuxpan, utilizando el camino más cómodo de San Isidro Montes de Oca y Tuzapán bajando por Tenextépec y definitivamente no pasa por Tuxpan (Tabuco) que le queda a un lado. Para esas fechas Tabuco-Tumilco prácticamente no existía, pues fue diezmado por la conquista de fines del siglo XV de la Triple Alianza y después por la conquista de México a inicios del siglo XVI, de tal manera que realmente no tenía porque pasar por aquí aunque existía el camino hacia Cazones y Papantla para subir al altiplano por la zona serrana del norte de Puebla, como posteriormente lo hicieron los arrieros que originaron un comercio floreciente con Tuxpan cuando ya estaba establecido en su margen izquierda como pueblo, a mediados del siglo XVIII..
EL PEREGINAR DE UN SEPULCRO
Hernán Cortes murió en el Palacio de los Duques de Montpensier, en Castilleja de la Cuesta, en 1547, que pertenecía a un edil del Ayuntamiento de Sevilla amigo suyo, -el Jurado Rodríguez-, quién lo invitó a su casa para reponer su salud y paradójicamente encontró la muerte. Contaba con 63 años, era pobre y hasta cierto punto fue deshonrado por la Corona de España porque aunque recibió en su momento de manos de Carlos V el título de “Marqués del Valle de Oaxaca”, no tuvo los honores fúnebres correspondientes a su labor de conquistador de México. Fue enterrado en la Iglesia de San Isidro del Campo[6] y de ahí se supone que fue exhumado y llevados sus restos a Toledo y a Madrid.
En el patio del Palacio de los Duques de Montpensier, -donde murió Cortés- hay una tumba que lleva inscrito el nombre “Cordobés”, y se preguntarán ¿quién es cordobés, si Cortés es Extremeño?, pues ni más ni menos que su fiel caballo, aquel que lo acompañó y le salvó la vida en la Noche Triste Mexicana.
A Cortés se le buscó en el cementerio de Medellín en Badajoz, Extremadura, pero no se encontró nada.
Poco antes de morir, -pobre, viejo (para su época) y empeñado-, gritaba que quería volver a México para morir aquí.
Dos tumbas tuvo en España, ignoramos en donde esta la segunda después de la de San Isidro del Campo. Finalmente sus restos llegan a México en 1567, en donde igualmente no podrá reposar en paz. Durante cinco siglos lo que queda de su cadáver ha andado a “salto de tumba” ni la tumba de Stalin ni la casa natal de Hitler han sufrido una persecución igual. Tuvo varios entierros en el Distrito Federal, por temor a que sus innumerables enemigos y detractores destruyeran su tumba. Se dijo en un principio, que estaba en el Convento de San Francisco de Texcoco, y así fue durante 62 años exhumándolos junto con los restos de su nieto Pedro Cortés, y de nuevo inhumándolos en el convento de San Francisco de la Ciudad de México en 1629 ¡protegidos por 87 años por una tela de hierro! El Convento fue remodelado y los restos de Cortes pasaron por 87 años más a la pared posterior del retablo mayor de dicho convento y para sorpresa de todos mal escondidos.
Los deseos de Cortes antes de morir, eran que quería ser enterrado en la iglesia contigua al Hospital de Jesús fundado por él. Así que en 1791 el Virrey Revillagigedo mandó a construir un mausoleo en esa iglesia, era un obelisco de siete metros de altura con el escudo y el busto del conquistador. Lo que quedaba de Cortés fue trasladado con gran pompa y la oración fúnebre la dijo Fray Servando Teresa de Mier, defensor del ideal de la independencia. Como ven la historia tiene sus incongruencias.
Pero ahí no acaba este peregrinar óseo, porque diez y seis años después, México inicia la Guerra de Independencia. En 1823 se armó un escándalo con motivo de la honra de nuestros héroes patrios ya que algunos habían comparado a Hidalgo y a Morelos con Hernán Cortés, situación que enfureció a la mayoría, quienes amenazaron con ir a la Iglesia del Hospital de Jesús, a escasas cuadras del Zócalo capitalino, para destruir el citado mausoleo y profanar sus restos mortales. Con el ambiente caldeado, la noche del 15 de septiembre de 1823, el capellán de la iglesia decidió trasladar los restos de Cortés a un lugar secreto y seguro, escondiéndolos debajo de la tarima del altar y destruyó igualmente el mausoleo.
El féretro estaba en un lugar extremadamente húmedo y nuevamente en 1836, secaron los huesos de Hernán Cortés para trasladarlos directamente al Hospital de Jesús sin ninguna pompa ni ceremonia, ni procesiones ni campanas. ¡Pero insólito! Dos meses después los volvieron a sacar para pasarlos al sitio en donde esta ahora el altar del Templo. El traslado fue totalmente secreto. Así después de ocho entierros, se difundió el rumor de que el ataúd había sido enviado a Italia con los Príncipes Pignatelli descendientes de Cortés. Sólo así la polémica se sosegó, los ánimos se calmaron. El secreto fue extremadamente conservado por más de un siglo hasta el resurgimiento de la República Española en 1946, cuando el embajador republicano Juan Nicolás de De Owen sacó una copia de la última acta notarial del entierro de Cortés y además la hizo pública. ¡Otra vez los huesos de Cortés fueron a parar nuevamente al Hospital de Jesús! Para colmo de esta macabra situación nadie sabía quien tenía la llave para abrir el féretro. El brillante historiador Lucas Alamán fue su poseedor en el siglo XIX, después su hijo y en el siglo XX su nieto al que tuvieron que localizar por la dichosa llave que toda mohosa pudo abrir tan famosos restos. Por siete meses permanecieron en el hospital y al fin nuevamente el 9 de Julio de 1947, fueron llevados por órdenes del General Manuel Ávila Camacho, entonces Presidente de la República, al Templo de Jesús contiguo al Hospital[7]. Ahí se encuentran actualmente y finalmente Hernán Cortés encontró la paz.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ü 1.-Bennasar, Bartolomé. “El Caso Hernán Cortés un Misterio por Resolver”. P.p 77-87 Revista Clío, año 5 Nº 53, 2006. Barcelona, España.
ü 2.- Cortés, Hernán: “Cartas de Relación” Cuarta Carta p. 308. Crónicas de América. Ediciones y Distribuciones Promo Libro 2003.
ü 3.- Fuentes, Carlos. “El Naranjo”. Ed. Suma de Letras 2,000
ü 4.- Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM. “Bernal Díaz del Castillo. Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España”. -. Madrid 1982.
ü 5.-Melgarejo Vivanco, José Luís.- “En los Lienzos de Tuxpan”. P.p. 44,45. Ed. La Estampa Mexicana 1970
ü 6.- Pereira, Manuel.- “El Sepulcro Peregrino”. Revista Día Siete. P.p. 46, 57- Abril 2003.
ü 7.- Varios Autores: “Cortés Hernán”. Enciclopedia de México. P.p. 1848-1851- 1954.
REFERENCIAS ELECTRONICAS
ü 1.- http://www.fuenterrebollo.com/Historia/hernan-cortes.html.%20Junio%20de%202007.
PIES DE LAS FOTOGRAFIAS
1.- BUSTO DE HERNAN CORTES EN EL ARCHIVO DE INDIAS DE SEVILLA.
2.-PALACIO DE LOS DUQUES DE MONTPENSIER EN CASTILLEJA DE LA CUESTA, SITIO EN DONDE MURIO CORTES EN 1547.
3.- MOCTEZUMA ES HECHO PRESO POR LOS ESPAÑOLES QUE LE PONEN GRILLETES.
4.-LA ENTRADA DE CORTES A TENOCHTITLAN EN 1519.
5.- MAPA TRIBUTARIO EN EL QUE HIPOTETICAMENTE SE TRAZA LA RUTA DE CORTES EN LA HUASTECA A SU REGRESO DE LA CONQUISTA DE PANUCO.
6.-LA RUTA DE CORTES DE VERACRUZ HACIA LA CONQUISTA DE TENOCHTITLAN.
7.- HERNAN CORTES
8.- HOSPITAL DE JESUS DE LA CIUDAD DE MEXICO. EN SU IGLESIA CONTIGUA SE ENCUENTRAN ACTUALMENTE LOS RESTOS DE HERNAN CORTES.
9.- DOÑA MARINA (LA MALINCHE) Y HERNAN CORTES.
[1] Miguel León Portilla. Cortes y La Mar del Sur. 2105
[2] .- La Secretaría del Ayuntamiento de esta ciudad.
[3] Hugh Tomas
[4] Malinche. Laura Esquivel. Pág. 15-16. Santillana Ediciones Generales 2006
[5] Príncipe tezcocano.
[6] VER El Noreste de Poza Rica Entrevista con Mauricio Domínguez Ex Jefe de Protocolo del Honorable Ayuntamiento de Sevilla. Abril 2 de 2006
[7] En la Avenida 20 de Noviembre del Centro Histórico de la ciudad de México
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